“Las mujeres bonitas y los hombres exitosos”, dicho popular.
L
legó el día esperado para los enamorados. También es un día nada agradable para las personas insatisfechas con sus relaciones amorosas.
Para algunos, el Día del Amor y la Amistad es cursi porque es visto como la comercialización de los sentimientos con el fin de mover nuestros impulsos para consumir. Hay otros que ven en esta celebración una oportunidad de expresar sus genuinos afectos a las personas que aman.
En qué grado nuestros comportamientos románticos y nuestras expectativas afectivo-amorosas son producto de una construcción social, filtrada por los medios de comunicación en diversos formatos mediáticos como telenovelas, películas, libros, publicidad, revistas, música… Nosotros transformamos estas historias en ideales amorosos que esperamos nos ocurran en nuestras vidas. Lo anterior da como resultado una serie de “expectativas irreales” el romance y el sexo, que generan insatisfacciones entre las parejas, tanto heterosexuales como homosexuales, por los estereotipos de cómo debería ser el amor.
Con el fin de identificar en qué grado los medios influyen en nuestras concepciones amorosas. Mary-Lou Galician, investigadora de la Universidad de Arizona, diseñó un test, contenido en el libro Sex, Love and Romance in the Mass Media (2004), el cual presentamos en este artículo con el fin de divulgación para que los lectores se evalúen así mismos. Los reactivos se responden en falso y verdadero.
- Tu pareja perfecta está cósmicamente predestinada, así que nada ni nadie puede separarlos.
___Falso
___Verdadero
- El amor a primera vista existe.
___Falso
___Verdadero
- Tu verdadera alma gemela debería saber lo que tú estás pensando o sintiendo sin que tengas que decírselo.
___Falso
___Verdadero
- Si tu pareja está realmente hecha para para ti, sus relaciones sexuales serán maravillosas y fáciles.
___Falso
___Verdadero
- Para atraer y mantener a un hombre, una mujer debe verse como una modelo.
___Falso
___Verdadero
- El hombre no debe ser más bajo de estatura, ni más débil, ni más joven, ni más pobre, o menos exitoso que la mujer.
___Falso
___Verdadero
- El amor verdadero de una mujer buena y fiel puede cambiar a un hombre de ser una “bestia” a convertirse en un “príncipe”.
___Falso
___Verdadero
- Las disputas y peleas constantes en la pareja muestran que se aman apasionadamente.
___Falso
___Verdadero
- Todo lo que necesitas es amor, por ello no importa si tú y tu pareja tienen diferentes valores y creencias.
___Falso
___Verdadero
- Tu alma gemela te complementa, cubre tus necesidades y hace que tus sueños se hagan realidad.
___Falso
___Verdadero
- En la vida real, las actrices y actores son a menudo muy parecidos a los personajes románticos que representan.
___Falso
___Verdadero
- Dado que las representaciones de amor y romance en los medios de comunicación no son “irreales”, no tienen influencia en mí.
___Falso
___Verdadero
Si usted contestó falso a las 12 afirmaciones, entonces puede considerarse que está libre de la influencia de los mitos y estereotipos que los medios de comunicación nos presentan sobre las relaciones amorosas.
Pero si respondió verdadero en al menos una afirmación, usted forma parte del grupo de personas que en algún grado creen que el ideal amoroso presentado en las narrativas mediáticas ficcionales también aplica en la realidad.
Al respecto, Mary-Lou Galician, quien también es activista en favor de la alfabetización mediática de las audiencias, expone:
“Los medios son poderosos agentes de socialización que confían en la simplificación, distorsión de la realidad, y la dramatización de los símbolos y estereotipos para comunicar sus mensajes, por ello, no deberíamos sentirnos tan mal si terminamos con algunas expectativas irreales”.[i]
Pornografía emocional
Las narrativas mediáticas sobre el amor, que incluye telenovelas y melodramas, han sido catalogadas como “pornografía emocional”, ya que al igual que la pornografía nos muestra relaciones sexuales de fantasía, en las historias románticas se nos presentan fantasías sobre cómo debe ser el amor en las relaciones de pareja.
Sin embargo, el problema radica cuando estas falsas imágenes del amor se convierten en aspiraciones sociales que son motivo de presión personal. Las personas pueden pasarlo mal al no encontrar el “ideal amoroso de película” con el que han soñado toda su vida.
Mujeres que tienen una gran lista de requisitos para sus eventuales parejas y esperan la llegada del príncipe azul. Hombres que buscan en las mujeres a modelos de belleza, comprensión y humildad, al grado de la sumisión. El resultado es el crecimiento de la soltería y el sentimiento de soledad. No existe la pareja perfecta.
Sin embargo, para entender el grado de influencia que ejercen las historias románticas deben considerarse los niveles socioeconómicos, culturales, educativos, edad, género, preferencias sexuales y religión de cada individuo, ya que estos factores dan forma a nuestra forma de percibir nuestra realidad social.
Los modelos amorosos no son los mismos para un adolescente que está en la búsqueda de su identidad, que para un hombre de 50 años, quien ya ha tiene un espacio en la sociedad. Tampoco para una joven de clase media urbana que para una hija de campesinos. Ni para un católico que para un musulmán.
En términos del aprendizaje amoroso, los pueblos latinoamericanos fueron moldeados por los melodramas televisivos durante la segunda mitad del siglo XX. El crecimiento de la clase media, el acceso a mayores niveles educativos y la difusión de contenidos en internet han propiciado una mayor diversidad en las formas de consumo mediático. Las audiencias tienen la posibilidad de ver una telenovela latinoamericana lo mismo que una coreana (la popularidad de estos programas ha crecido gracias a internet), no obstante, sigue siendo la industria cultural de Estados Unidos la de mayor consumo global.
El nacimiento del amor romántico
El modelo del amor romántico moderno que hoy conocemos comenzó desde el Siglo XVIII y tuvo su representación mediática en el Siglo XIX, cuando el consumo de las novelas románticas se popularizó entre la clase burguesa.
El sociólogo Anthony Giddens en su libro La transformación de la intimidad Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas (1992), refiere que el amor romántico debe separarse del amor pasional, el cual tiene una categoría universal y se caracteriza por su conexión entre la atracción sexual y el amor.
En cambio, el amor romántico tiene un carácter cultural, menos instintivo, ya que se aprende según las convenciones de cada sociedad.
En la etapa premoderna, las relaciones de pareja eran arreglos y acuerdos entre familias, en los cuales los protagonistas tenían poco que decir. Por tanto, los hombres no se veían en la necesidad de aprender los cortejos amorosos y las muestras de afecto eran casi nulas. La sexualidad era vista con fines meramente reproductivos, dado que no existían los métodos anticonceptivos para desligar la reproducción sexual del placer, además de que durante el parto se registraba una alta tasa de mortalidad.
“Los ideales del amor romántico han influido más, durante mucho tiempo, en las relaciones de las mujeres que en las de los hombres; aunque éstos, desde luego, también hayan sido condicionados por ellos. El ethos del amor romántico tiene un doble impacto sobre la situación de las mujeres. Por un lado, ha contribuido a poner a la mujer ‘en su sitio’, que es la casa. Por otro lado, en cambio, el amor romántico puede ser visto como un compromiso activo y radical contra el ‘machismo’ de la sociedad moderna”.[ii]
En la medida en que se desarrollaron los métodos anticonceptivos, el sexo como acto de reproducción dio paso al nacimiento de la sexualidad, como definición de libertad personal para separar el placer del acto reproductivo.
Fue hasta que los matrimonios arreglados por los padres cedieron a la libertad de los hijos para elegir a sus parejas cuando se desencadenó la noción del concepto romántico del amor. Ello se vio reforzado en la aparición de la literatura romántica.
En este contexto, los roles cambiaron. Los hombres tenían que aprender a seducir a las mujeres, a conquistarlas, mientras que ellas aprendían a ser bellas y a saber escoger al pretendiente que les ofreciera las mejores condiciones amorosas y materiales para el matrimonio, según los estándares de cada sociedad.
Gracias al desarrollo y uso de los métodos anticonceptivos fue posible un mayor desarrollo del placer sexual, dando mayor libertad a las mujeres. Ellas están en las misma condiciones que los hombres para explorar su sexualidad. La virginidad ya no es vista como una virtud. Sin embargo, en la modernidad se gesta una doble moral. Los hombres que tienen relaciones sexuales con varias mujeres siguen siendo vistos con admiración, mientras que las mujeres con varias experiencias sexuales no reciben el mismo trato, por el contrario, son estigmatizadas. Lo que muestra que en pleno Siglo XXI siguen predominando valores conservadores.
Ello no quiere decir que en la modernidad las mujeres hayan renunciado a explorar su sexualidad, ocurre que han aprendido a ser discretas respecto a sus experiencias sexuales; las comentan sólo con sus amigas, mientras que en el ámbito público y familiar muestran una imagen de mayor fidelidad y recato, según las expectativas de la sociedad.
No obstante, en los medios de comunicación existe una mayor igualdad de género en las representación de las mujeres. Los personajes femeninos son presentados como susceptibles de ser infieles y estar al mismo nivel de seducción varonil.
“El amor rompe con la sexualidad a la vez que la incluye. La ‘virtud’ asume un nuevo sentido para ambos sexos, y ya no significa sólo inocencia, sino cualidades de carácter que seleccionan a la otra persona como ‘especial’”, explica Giddens.[iii]
Más que utilizar las categorías de modernidad o premodernidad, las sociedades se catalogan entre desarrolladas, subdesarrolladas o en proceso de desarrollo con diferentes grados de valores liberales y conservadoras. La producción de contenidos mediáticos de cada país está ligada con el grado de libertades civiles, más que con el nivel de desarrollo económico.
En China, por ejemplo, los padres siguen teniendo la última palabra en términos de las relaciones amorosas, aunque los matrimonios arreglados aún se dan en algunas étnias. Las historias amorosas presentadas en los medios definen muy bien que el rol de los hijos es seguir las indicaciones de sus progenitores, haciendo honor a la tradición confucionista.
Sin embargo, en la medida en que China es más urbana, se observan rasgos culturales similares a los de Occidente, principalmente en un sector de los jóvenes, quienes cada vez más consumen series televisivas provenientes, principalmente, de Estados Unidos.
En contraste, Estados Unidos que se presenta como una sociedad liberal, (no es gratuito que la principal industria de pornografía se encuentra en Los Ángeles), en las series televisivas y películas los personajes tienen sexo en la primera cita y ello no implica un mayor compromiso amoroso. El valor individual está por encima del valor colectivo.
Si miramos hacia Latinoamérica encontramos un modelo amoroso intermedio. En las historias románticas los padres no tienen un peso determinante en las relaciones de sus hijos, no obstante los personajes son apegados a la familia y siempre buscan el cobijo de los padres cuando sufren una decepción.
El amor romántico representado en los medios de comunicación sigue los valores culturales preponderantes de cada sociedad, los cuales tienen un impacto en la forma en cómo concebimos el amor.
De acuerdo con la Teoría del Cultivo, desarrollada en 1969 por George Gerbner y Larry Gross, investigadores de la Universidad de Pensilvania, el consumo prolongando de contenidos mediáticos entre las audiencias de televisión produce que éstas desarrollen creencias e ideas derivadas de los programas que consumen, las cuales distorsionan su perspectiva de la realidad.
Bajo esta teoría se han desarrollado diversos estudios para identificar cómo el consumo de historias románticas puede distorsionar nuestros ideales de amor. En opinión de Albert Bandura, investigador de Sociología Cognitiva, la Teoría de Cultivo corrobora que no es sólo a través de la experiencia como las personas aprenden, también lo hacen mediante el aprendizaje vicario, esto es mediante la observación del comportamiento de otros.[iv]
Ello explica por qué es más susceptible que las historias románticas tengan un mayor impacto entre los jóvenes y por qué este segmento social es el que está en mayor predisposición de asumir como reales los estereotipos de amor que ven en telenovelas y películas. En consecuencia, los jóvenes suelen demandar a sus parejas acciones o pruebas de amor que han aprendido en los contenidos mediáticos.
La próxima vez que piense y sienta el amor, haga un acto reflexivo para identificar qué tanto sus ideales amorosos son producto de los contenidos mediáticos que ha visto, sólo así podrá discernir que «… y vivieron felices para siempre”, es una posibilidad y no el punto culminante de su relación romántica.
Feliz Día de Amor y la Amistad.
[i] Galician, Mary-Lou. Sex, Love & romance in the mass media : analysis & criticism
of unrealistic portrayals & their influence (2004). Lawrence Erlbaum Associates. London, Inglaterra.
[ii] Giddens, Anthony. La transformación de la intimidad Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas (1992) Ediciones Cátedra, Madrid, España.
[iii] Giddens, Idem.
[iv] Myrien Eulah Kezia G. Banaag, Kathleen P. Rayos, Miriam Grace Aquino-Malabanan, Elna R. Lopez.The Influence of Media on Young People’s Attitudes towards their Love and Beliefs on Romantic and Realistic Relationships. (Julio, 2014) International Journal of Academic Research in Psychology.