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La abundancia de información que caracteriza nuestra era viene aparejada con una pobreza en la atención, la cual es tratada como un bien escaso y por tanto cobra un mayor valor.
Los desarrolladores de aplicaciones y de las plataformas de internet han investigado este fenómeno y han diseñado nuestros entornos digitales a modo de que permanezcamos cautivos en ellos, sin que seamos conscientes.
Las plataformas llámese Facebook, Instagram, Snapchat, Twitter, Whatsapp, Google, Youtube o cualquiera que utilice, compiten por obtener nuestros datos para luego monetizarlos, es decir, comercializarlos con los anunciantes. Pero nuestros datos son irrelevantes si no pasamos tiempo usando sus servicios. ¿Cuántas veces has recibido notificaciones de Facebook invitándote a publicar algo cuando dejas de visitar tu perfil? Las publicaciones de tus recuerdos, más que mantener viva la memoria, son un incentivo psicológico para generar interacción, lo que se traduce en un mayor tiempo en la red social.
“Tenemos que ser conscientes de que no sólo estamos administrando datos, sino que estamos administrando recuerdos autobiográficos que forman las historias de la vida de las personas”, considera Artie Konrad, investigador de experiencias de usuario, especializado en memoria, emoción y tecnología y la mente maestra detrás de la función Recuerdos de Facebook que fue lanzada en 2017 para mantener las interacciones personales en la red social.
Los ingenieros de Facebook detectaron un dramático descenso en el uso de la plataforma para compartir momentos personales y un crecimiento exponencial en las publicaciones impersonales, así es que cambiaron el algoritmo para dar mayor visibilidad a los post de tu familia y amigos por encima de las marcas, los medios de comunicación y los memes. Sí, el objetivo es que prestes mayor atención y tiempo en tu perfil y publiques más información personal, la cual puede ser usada para vender anuncios.
Esta competencia por nuestra atención tiene como consecuencia una merma en la llamada convergencia tecnológica, es decir, la integración entre diferentes ecosistemas digitales. Youtube, como un ecosistema digital, se ha convertido en una amenaza para Facebook (otro ecosistema). Las tendencias muestran que Youtube ha incrementado su tráfico en la red y de seguir así puede ser el segundo sitio más visitado en Estados Unidos, desbancando a Facebook. La red social busca incentivar su propia plataforma para el consumo de audiovisuales, por lo cual impide la reproducción de videos de Youtube que comparten los usuarios. Es una lucha por la atención: ¿dónde pasa más tiempo la gente viendo videos?
La atención, como la información, es tratada como una mercancía y se intercambia en el mercado digital, por lo tanto, también se regula por las leyes de la oferta y demanda. Los seres humanos tenemos una capacidad limitada para prestar atención, por lo cual, el tiempo que dedicamos en el uso de una plataforma adquiere un valor de mercado que se mide y se vende junto con nuestros datos personales.
Desde 1960, Herbert A. Simon, Premio Nobel de Economía (1978), apuntó que en la era postindustrial tanto el conocimiento como la información eran la nueva fuente de valor en el llamado capitalismo del conocimiento, pero la atención también estaba jugando una parte central.
En las sociedades postindustriales, donde los procesos están concentrados en los servicios, más que en los trabajos manufactureros, la generación de información y conocimiento son la moneda corriente. Baste con abrir tu buscador Google y teclear cualquier palabra que se te ocurra para recibir en centésimas de segundos millones de páginas con el contenido solicitado. Ese mar informativo cobra valor sólo en el momento en que tú le prestas atención.
Esta condición de las sociedades postindustriales, inmersas en un mundo hiperconectado y hiperinformado, propició el nacimiento de la economía de la atención. Fue hasta la década de los 90 cuando cobró relevancia con el arribo de internet y la paulatina masificación de las tecnologías de información y comunicación. En 1997, Michael H. Goldhaber desarrolló las ideas de Simon en sus artículos The Attention Economy and The Net y Atention Shoppers.
En sus palabras, Goldhaber expone:
“Nos hemos volcado en una economía en la que un número cada vez mayor de trabajadores ya no participa directamente en la producción, transporte y distribución de bienes materiales, sino que se ganan la vida administrando o tratando información de alguna forma. La mayoría llama a esto una «economía de la información». (…) Por definición, la economía es el estudio de cómo una sociedad usa sus escasos recursos. Y la información no es escasa, especialmente en la Red, donde no sólo es abundante, sino que se desborda. Nos estamos ahogando en información, y aún así estamos aumentando constantemente nuestra generación de información. Entonces surge una pregunta clave: ¿hay algo más que fluya a través del ciberespacio, algo que sea escaso y deseable? Ahí esta. Nadie pondría nada en Internet sin la esperanza de obtener algo. Se llama atención. Y la economía de la atención, no la información, es la economía natural del ciberespacio”.
¿Por qué he escrito este artículo y lo he publicado en un blog, si no es con la esperanza de que tú, amigo lector, lo leas y lo compartas para que reciba mucha atención? ¿Por qué los llamados influencers se desviven generando todo tipo de contenidos si no es para ser vistos? ¿Por qué el éxito de un contenido es medido, no por su calidad, sino por su viralización (el público alcanzado) ? ¿Por qué los temas que marcan la agenda pública no son los más relevantes, sino los que se han convertido en un trending topic, es decir, los que han captado mayor atención en la red? La atención está en todas las respuestas.
Goldhaber considera que la economía de la atención ha encontrado su auge en internet por las siguientes razones:
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Un rápido y continuo aumento en el número de personas conectadas a la Web que intentan llamar la atención.
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Un crecimiento continuo en la capacidad de aquellos en la Web para enviar señales de realidad virtual o multimedia, y así captar la atención a través de todos estos medios.
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La Web como un medio cada vez mejor de transmitir y difundir la atención.
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La facilidad para captar atención directamente a través de la Web, sin necesidad de ningún tipo de apoyo institucional o corporativo.
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Las empresas de todo tipo tienen estructuras menos definidas y fijas, ya que no están limitadas por espacios físicos, sino a través de la propia Red, y cada vez más sus procedimientos se llevan a cabo prestando máxima atención de la Web, remodelando rápidamente proyectos.
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Las transacciones de atención son mucho más numerosas que las transacciones monetarias y llegarán a dominar aún más.
Umberto Eco consideraba que las redes sociales habían dado el derecho de hablar a “legiones de idiotas” y los ponían al mismo nivel que a un premio Nobel. Replanteando su idea, más que solo el derecho de hablar, ahora cualquiera tiene el potencial de recibir la misma atención que recibe un premio Nobel. Tanto el fan como la estrella de Hollywood, el político como el ciudadano, el escritor como el lector. Todos compiten por recibir atención. Las jerarquías se difuminan.
La economía de la atención también ha traído consigo una era de la distracción.
Es la atención, no el contenido, lo que marca la pauta en internet. En términos de Marshall McLuhan, la atención es el mensaje y en la red la atención lo es todo. Es un juego de suma cero porque nuestra atención es finita. Los minutos que pasas en Snapchat son una pérdida para Facebook. Las películas que ves en Netflix son pérdidas para las salas de cine. Las horas que pasas en redes sociales son una pérdida para tus interacciones cara a cara.
La economía de la atención también ha traído consigo una era de la distracción. Somos atentos a todo y a nada. Diversos estudios dan cuenta de la dificultad que tenemos hoy día para concentrarnos y profundizar en algo. Somos impacientes y queremos resultados rápidos. Opinamos sin saber, reseñamos sin leer, creemos sin verificar, de ahí la proliferación de las noticias falsas. Nuestra atención, además de limitada, también es selectiva. Prestamos atención a los contenidos que van en sintonía con nuestras creencias. Los algoritmos nos ofrecen contenidos recomendados por nuestras pautas de consumo.
La atención no se puede comprar. Por más que un anunciante haga todo lo posible por cautivarnos, tenemos la tendencia a ignorar los contenidos publicitarios e incluso existen los bloqueadores de anuncios. El truco es que ahora los publicistas presentan los anuncios como parte de los contenidos y las plataformas se encargan de que los contenidos pagados estén a la vista de sus usuarios. Publicidad orgánica. Nada de esto es nuevo, pero justamente como se ha convertido en la normalidad obviamos su existencia.
Entonces, si la información y el conocimiento son los nuevos generadores de valor en las sociedades postindustriales, la atención más que un bien, debe considerarse como una nueva forma de trabajo no pagado, porque genera un valor de mercado en el conocimiento que tienen las empresas sobre las preferencias de consumo, intereses y hábitos de las personas. La idea es de Sut Jhally y Bill Livant, citados en el libro The Attention Economy de Claudio Celis Bueno.
Los autores consideran que la atención también es susceptible de ser explotada.
“(..) la economía de atención reúne la atención humana a través de algoritmos complejos que crean patrones sobre los hábitos de consumo, preferencias, estilos de vida, etc., convirtiendo esta información en un elemento activo del ciclo de valorización del capital. En este sentido, la economía de la atención se convierte en una nueva forma de trabajo que expande la explotación capitalista de la plusvalía más allá de los muros de las fábricas y, por lo tanto, desdibuja la distinción entre tiempo laboral y tiempo libre (y entre espacio laboral y tiempo libre). En otras palabras, la economía de la atención aparece como un aparato concreto destinado a la reproducción de la capacidad del capital para imponer su dominio sobre la actividad humana».
De la misma forma que Carl Marx exponía la alienación del obrero con el trabajo, las personas alienan su atención a las plataformas que utilizan, sin que tengan control sobre ello porque simplemente no están conscientes de que están generando un valor para las compañías.
Claudio Celis, en el libro citado, expone que el auge económico actual de las empresas tecnológicas, junto con la masificación de las computadoras personales y los teléfonos inteligentes, el crecimiento del acceso a Internet y el aumento del tiempo promedio en línea, están cambiando gradualmente el concepto de la economía de la atención en un fenómeno sintomático del capitalismo contemporáneo.
No se trata sólo de compartir nuestros datos personales, sino nuestro tiempo, el cual podríamos emplear en cualquier otra actividad que nos generase un valor personal. En términos simples, si el tiempo-atención que una persona pasa en Instagram (o cualquier otra plataforma) lo dedicara en aprender un idioma, tendría una ganancia personal porque habría adquirido una nueva habilidad con un valor intrínseco en el mercado laboral. Pero el tiempo-atención que pasamos en las redes sociales no nos genera ningún valor, por el contrario, se considera una distracción y al término de su uso nos sentimos frustrados por todos los planes pospuestos.
El tiempo jamás regresa. La atención es tu bien más valioso, merece la pena que la explotes a tu favor.
Cuando usamos una plataforma contribuimos a su valorización, pero no recibimos nada a cambio, salvo una satisfacción personal manipulada por los impulsos emocionales y psicológicos que han sido perfectamente estudiados por los tecnólogos, como en el caso mencionado de las memorias de Facebook. Es más, no estar en las redes sociales nos genera ansiedad porque sentimos que nos desconectamos de las conversaciones, del meme que todo mundo comparte, del video viral del momento, o de la foto de viaje de mi amigo.
La atención es tu bien más preciado. Recupera el control sobre ella y decide conscientemente en dónde emplearla. No se trata de satanizar el uso de redes sociales, sino en dedicarles una atención racional, sin menoscabo de otras actividades más significativas para el crecimiento personal.
El tiempo jamás regresa. La atención es tu bien más valioso, merece la pena que la explotes a tu favor.
Fuentes:
Bueno Claudio Celis (2017). The Attention Economy Labour, Time and Power in
Cognitive Capitalism. Londres: Rowman & Littlefield International.
Griffin, Andrew (2018). Facebook News Feed: Why it si changing and what it actually means for users. Independent .12 de enero Recuperado de https://www.independent.co.uk/life-style/gadgets-and-tech/features/facebook-news-feed-latest-why-change-users-fake-news-media-mark-zuckerberg-a8156491.html
Goldhaber, Michael H. (1997). The Attention Economy and the Net. First Monday 2(4) 7 de abril. Recuperado de: http://firstmonday.org/article/view/519/440
____________________ (1997) Attention Shoppers! Wired Recuperado de https://www.wired.com/1997/12/es-attention/
Konrad, Artie Konrad (2017). Facebook memories: The research behind the products that connect you with your past. Recuperado de: https://blog.prototypr.io/facebook-memories-the-research-behind-the-products-that-connect-you-with-your-past-f9a1d8a49a43
Kraus, Stephen (2018). Paradigm Shift: Impending Shakeup in Top Five Websites. Market Intelligence Central. Recuperado de: https://market-intelligence.io/analysis/shakeup-in-top-five-websites/