¿En qué momento nos invadieron los superhéroes?

Desde hace una década las películas de superhéroes dominan el mercado cinematográfico. Algunos críticos pronosticaron que este género pasaría de moda porque la saturación provocaría un hartazgo entre el público. No es el caso. Avengers Endgame ha roto todos los récords. A sólo tres semanas de su estreno, Los Avengers hundieron a Titanic, que poseía el título como la segunda cinta más taquillera de la historia a nivel global.

Al momento de escribir estas líneas, Avengers Endgame ha recaudado 2 mil 731 millones de dólares; se perfila en ser la más taquillera de todos los tiempos y superar a Avatar, que ostenta el récord con 2 mil 780 millones de dólares.

«Espero que comencemos a tener fatiga de Avengers muy pronto»(…) No es que no me gusten estas películas (…) hay otras historias que contar además de hombres hipergonadales sin familias que hacen cosas que desafían la muerte durante dos horas y destruyen ciudades en el proceso”, declaró James Cameron, director de Titanic y Avatar, durante una entrevista para IndieWire cuando le cuestionaron sobre el éxito de la película de Marvel.

Cameron no es el primero en expresar su molestia por el dominio de los superhéroes en la pantalla grande. Alejandro González Iñárritu fue más duro.

En 2014, durante la promoción de Birdman —película por la cual obtuvo el Oscar— el director mexicano consideró que las historias de superhéroes han sido un veneno para la industria cinematográfica y son un “genocidio cultural”. De hecho, Birdman fue recibida como una sátira sobre estos filmes porque aborda la historia de un actor que precisamente ha ganado fama por interpretar a un superhéroe, y que busca dejar atrás su pasado para probar suerte en Broadway.

En la vida real, parte de los actores que participaron en Birdman protagonizaron a un personaje del género: Michael Keaton (Batman, 1989,1992 ), Edward Norton (Hulk, 2008 ) y Emma Stone (interpretó a Gwen Stacy en El Hombre Araña, 2012 y 2014).

En aquella ocasión, González Iñárritu comentó en entrevista para Deadline Hollywood:

“A veces las disfruto (las cintas de superhéroes) porque son básicas y simples y van bien con las palomitas de maíz. El problema es que a veces pretenden ser profundos, basados en algún tipo de cosa mitológica griega. Y honestamente son muy derechistas. Siempre los veo como personas que matan porque no creen en lo que tú que crees, o no son lo que quieres que sean. Odio eso, y no respondo a esos personajes. Han sido veneno, este genocidio cultural, porque el público está tan sobreexpuesto a la trama, las explosiones y la mierda que no significa nada sobre la experiencia de ser humano.”

Las críticas de Iñárritu calaron hondo. Abrieron el debate sobre la avasalladora presencia de superhéroes en Hollywood. Quien respondió fue justamente el ícono de este universo cinematográfico, Iron Man, es decir, Robert Downey Jr.

En entrevista para The Guardian en 2015, durante la promoción de Avengers Age of Ultron, Downey Jr. respondió:

“Mira, yo lo respeto mucho por él (Iñárritu). Creo que para un hombre cuya lengua materna es el español, poder armar una frase como ‘genocidio cultural’ solo habla de lo brillante que es”.

En redes sociales estos comentarios fueron calificados de racistas. Downey Jr., a través de su representante, clarificó que no tenía intención de ofender sino de elogiar al director mexicano.

Fuera de la polémica, revivir el debate nos permite dar la pauta para entender cómo es que las historias de superhéroes se han colocado en el gusto cinematográfico del público a nivel masivo. Ya no se trata sólo de geeks, niños o adolescentes, sino personas de todas edades, mujeres en gran proporción, e incluso gente que nunca antes ha visto alguna caricatura, ni mucho menos leído un cómic de superhéroes. A escala global, la industria mueve millones de dólares para garantizar ganancias en las salas de cine. Detrás de todo se encuentra un cambio en la narrativa cinematográfica que dio lugar con la llegada de Marvel Studios.

Desde 1998 se han producido más de 50 películas basadas en los personajes de los cómics de Marvel, pero sólo 22 integran el canon del llamado Universo Cinematográfico de Marvel. El resto fueron cintas producidas y distribuidas por las grandes compañías cinematográficas: Paramount, Universal, New Line, Warner Bros, Lionsgate, Columbia / Sony Pictures, (posee los derechos de Spiderman y ha producido 7 películas), y 20th Century Fox, (posee los derechos de los Hombres X, de los cuales ha realizado 12 películas, así como de Los Cuatro Fantásticos, de los que ha producido tres películas).

El Universo Cinematográfico de Marvel constituyó un nuevo modelo de presentar historias en el cine. Cada superhéroe tiene su propia biografía, sus propios fans, y su propia película que puede verse de forma independiente, aunque todos integran una narrativa general que permite el cruce de sus historias para que interactúen en un mismo tiempo y espacio cinematográfico. Es como ver una serie de televisión en la pantalla grande.

Antes de los superhéroes teníamos la franquicia cinematográfica de James Bond, con 25 películas producidas en 50 años. Sin embargo, cada película es independiente y no está conectada con las anteriores. Harry Potter, otra franquicia, (8 películas en 10 años) es una historia contada por episodios. Por supuesto, la legendaria saga de la Guerra de las Galaxias ( 9 películas en 42 años) también se compone por episodios.

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En los últimos años, la historia ideada por George Lucas ha seguido el modelo narrativo de Marvel, y ha expandido su propio universo para presentar tramas individuales de algunos personajes. En 2018 apareció Solo: A Star Wars Story. La recepción no fue positiva, tanto de la crítica como de los seguidores y la taquilla. De hecho, la cinta no recuperó la inversión. La razón es simple: A diferencia de los superhéroes de Marvel, Star Wars no fue originalmente concebida para contar la historia de cada personaje; sino que inició como una trilogía, después aparecieron las precuelas.

Ahora buscan expandir la franquicia con películas como Star Wars: The Rise of Skywalker, que se estrena a finales de año. Y ya se anunció que habrá tres películas más programadas para 2022, 2024 y 2026. Es como si Lucasfilm quisiera seguir el universo narrativo de Marvel a la inversa: primero nos presentan a todos los personajes juntos y después nos cuentan la historia de cada uno. ¿Tendremos la película de Yoda, el legendario maestro Jedi?

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Kathleen Kennedy, directora de Lucasfilm, ya anunció que detendrán la forma en cómo se ha llevado la franquicia de Star Wars, “porque es algo que significa tanto para los fanáticos que no puede convertirse en algún tipo de enfoque de fábrica. Ni siquiera puedes hacer lo que hace Marvel , donde eliges personajes y construyes nuevas franquicias alrededor de esos personajes. Esto necesita evolucionar de manera diferente», refirió en entrevista para Vanity Fair.

Marvel Studios ha superado en ganancias a todas las franquicias cinematográficas, y es la que más ha generado dinero en la historia del cine. De 2008 a 2019, las 22 películas producidas han acumulado la estratosférica cifra de 21 mil millones de dólares, más lo que sume esta semana, considerando que Avengers Engame sigue en cartelera. En julio próximo se estrena Spider-Man: Far From Home, coproducida por Marvel Studios y Columbia Sony Studios.

La gran ganadora de toda la industria del entretenimiento es Walt Disney, que en 2009 compró Marvel Entertainment por 4 mil millones de dólares. A la luz los 21 mil millones que han generado sólo las películas, sin mencionar las ganancias por las licencias de los personajes, la empresa del ratoncito hizo el negocio del siglo.

En 2015, Disney le compró a George Lucas, Lucasfilm, por poco más de 4 mil millones de dólares. Ello explica que hayan intentado repetir en Star Wars la fórmula de Marvel. Si esto no fuera suficiente, en marzo pasado Disney cerró el trato para adquirir 21st Century Fox por 71 mil millones de dólares, lo que la convierte en un monstruo del entretenimiento sin parangón.

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Disney

Ahora que Disney es dueña de Marvel y Century Fox se abre la puerta para que Los Hombres X y Los Cuatro Fantásticos, —cuyos derechos cinematográficos los compró Fox en 1990— aparezcan en una película junto a Los Avengers. Sólo cinco grandes estudios se reparten el mercado cinematográfico de Hollywood: Disney, Warner Bros, Sony, Universal, y Paramount.

El Universo de los 8000 personajes

El éxito en taquilla de Marvel Studios radica, entre otros factores, en que las películas fueron concebidas para retratar el Universo Marvel contenido en los cómics ideados por Stan Lee y el ejército de creativos. Según el portafolio de la compañía, existen más 8000 personajes entre superhéroes y villanos. En el cine sólo han aparecido los que se han mantenido por décadas como los más populares entre los lectores de cómics desde que fueron publicados por primera vez.

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La pionera en crear universos de superhéroes fue DC cómics, fundada en 1938. También fue la primera en llevar a los superhéroes al cine, en 1941, cuando se estrenó Superman. No obstante, las películas más emblemáticas de este personaje se produjeron a finales de los 70 y principios de los 80 con una serie de cuatro largometrajes dirigidos por Ilya Salkind y protagonizados por Christopher Reeve como El Hombre de Acero.

Después vendría la era de Batman, cuya primera película se estrenó en 1943. Pero las mejores cintas de El Caballero de la Noche se produjeron entre 1989, con Michael Keaton como Batman y Jack Nicholson como El Guasón, bajo la dirección de Tim Burton. Después Joel Schumacher dirigió, en 1997, Batman y Robin, aunque con menos éxito que la cinta de Burton.

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El ciclo de buenas películas cerraría con las dirigidas por Christopher Nolan (2005, 2008, 2012), en las que Christian Bale interpreta a Batman. De esta trilogía destaca El Caballero de la Noche (The Dark Knight), la cual se ha convertido en una película de culto gracias a la actuación de Heath Ledger como El Guasón.

Tras estos éxitos cinematográficos DC perdió el rumbo, mejor dicho, Warner Bros, productora de los largometrajes. Las recientes películas de Batman (Ben Affleck) y Superman (Henry Cavill) fueron una decepción, aunque un éxito en taquilla. Salvo La Mujer Maravilla (2017), protagonizada por Gal Gadot y dirigida por Patty Jenkins, que recibió críticas positivas y ganancias en taquilla, fue además la primera película individual de una mujer superhéroe dirigida por una mujer. Su antecesora fue Supergirl (1984) la cual pocos recuerdan.

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Warner Bros, siguiendo la tendencia de presentar universos cinematográficos y en su intento por copiar el éxito de Marvel, se apresuró en reunir a los personajes de DC en una película.

El mismo año de lanzamiento de La Mujer Maravilla estrenó La Liga de la Justicia. La película fue un fiasco y DC perdió la oportunidad de competir con Marvel. El director, Zack Snyder, quería presentar primero las historias de cada personaje. Los productores no lo dejaron. Pudo más el deseo de ganancias rápidas que el desarrollo de la historia.

Los productores de Warner Bros no hicieron caso del consejo que en alguna ocasión ofreció Kevin Feige, presidente de Marvel Studios, quien en entrevista con Vanity Fair comentó:

“El único consejo [para otros estudios que esperan imitar el éxito de Marvel] es no preocuparse por el universo. Preocúpense por la película. Nunca nos propusimos construir un universo. Nos propusimos hacer una gran película de Iron Man”.

Como refiere Feige, lo que parece hoy un plan maestro perfectamente calculado para construir el Universo Cinematográfico de Marvel, no lo fue. Todo resultó circunstancial. Marvel no tenía los derechos cinematográficos de varios de sus personajes. No existía la garantía de que algún día juntarían a todos los superhéroes en un sólo filme. De hecho, pocos saben que la primera película que abrió la era Marvel Studios, Iron Man (2008), fue producida como una cinta independiente. Marvel estaba saliendo de la bancarrota y tenía deudas con los bancos, corría el riesgo de perder los derechos cinematográficos de algunos sus personajes más emblemáticos. El Universo de Marvel sólo estaba asegurado en los cómics.

Entonces ¿cómo es que los superhéroes llegaron a dominar los cines en pleno siglo XXI? Al estilo de los Avengers, hagamos un viaje cuántico al pasado para situarnos a principios del siglo XX y conocer los orígenes de este género eminentemente estadounidense.

El mundo de los superhéroes

Superman fue el primer cómic de superhéroes publicado por DC en junio de 1938. El personaje nació como una forma de entretenimiento en la época de la Gran Depresión durante la crisis económica en los Estados Unidos.

Fue un éxito casi instantáneo porque el público estaba necesitado de historias que le dieran una esperanza para salir de la mala situación. Un super hombre venido de otro planeta que rescata a la humanidad. La historia tuvo un gran impacto en la psique social del momento. Jerry Siegel, el cocreador de Superman, imaginó a su personaje como un semi-dios.

“Concibí un personaje como Sansón, Hércules y todos los hombres fuertes de los que he oído hablar en uno».

En 1940, DC comics publicó Batman y Robin. La historia de un millonario que se transforma en un paladín de la justicia para luchar contra el crimen en Ciudad Gótica. Marvel tendría posteriormente a su propio millonario-superhéroe: Tony Stark.

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En 1941 apareció El Capitán América ideado Jack Kirby y Joe Simon, publicado bajo el sello de Timely Comics , compañía antecesora de Marvel Comics. En la portada del primer número, dibujada por Kirby, El Capitán América da un puñetazo al más temido villano de la época, Hitler. Ese mismo año, Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial tras ser atacado por Japón en Pearl Harbor. La representación de El Capitán América idealizaba los valores del heroísmo y patriotismo estadounidense. Varios soldados traían consigo ejemplares del cómic.

La época dorada de los cómics se dio entre las décadas de los 30 y 40, pero ello cambiaría drásticamente al entrar la década de los 50. Al término de la Segunda Guerra Mundial se originó en Estados Unidos un movimiento contra las historias de violencia que aparecían en los cómics, limitando el contenido de acción con el objetivo de proteger a la niñez.

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Los cómics se tornaron moralistas, en consecuencia, las ventas en la industria se desplomaron. Marvel fue la más afectada y enfrentó problemas financieros. El editor estrella, Stan Lee, estaba a punto de renunciar.

En ese momento, crítico para todos, el competidor, DC Comics, encontró la respuesta para detener la caída de ventas: reunió a sus superhéroes Superman, Batman, La Mujer Maravilla, Linterna Verde, Flash, Aguaman en un solo grupo y lanzó una nueva serie de cómics. Los llamó Los Súperamigos. Así, en 1961 nació La liga de la Justicia, cuya historia fue escrita por Gardner Fox. Este nuevo enfoque permitió, no sólo detener, sino catapultar las ventas.

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La jugada de DC comics inspiró a Stan Lee, quien junto con Jack Kirby desarrollaron su propio grupo de superhéroes. En 1961 aparecieron Los Cuatro Fantásticos. A diferencia de los personajes de DC, los creativos de Marvel idearon una nueva narrativa. Sus personajes, además de tener superpoderes, también enfrentaban problemas cotidianos; debían trabajar juntos para salvar al mundo, aunque no se llevaran bien entre ellos. Se creó el arquetipo de los conflictos entre superhéroes del mismo bando. Esta fórmula la veremos en las películas de Avengers en los pleitos entre Iron Man y El Capitán América.

La siguiente ola de creaciones de Marvel se dio en medio del contexto de la amenaza nuclear por La Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En este periodo nacieron El Increíble Hulk (mayo de 1962), Iron Man (marzo de 1963), El Hombre Araña (agosto de 1963) y Los Hombres X (septiembre de 1963).

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La aparición del El Hombre Araña fue un caso excepcional para la época. Es un personaje aparentemente simple pero con una historia compleja. Peter Parker es tímido y no tiene muchos amigos. Tiene tres trabajos, sufre la pérdida de su tío Ben, a quien se le atribuye la célebre frase: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. A su edad, Parker es un chico con muchas más responsabilidades que cualquier otro. De todo el universo de superhéroes, por primera vez un adolescente se convertía en uno de ellos y es el que más se asemeja a una persona común. Esta narrativa encantó al público. Después de Superman, El Hombre Araña es considerado el personaje más popular entre los estadounidenses.

La innovación más grande de Marvel estaba por venir. En la medida en que más superhéroes aparecían en escena, comenzó a configurarse un mundo narrativo al que se identificó como El Universo de Marvel. Cada personaje tenía su propio cómic y su propia historia que se entrelazaba con las historias de otros superhéroes. En algunos casos los lectores tenían que seguir la biografía de cada superhéroe para comprender las historia general. Gracias a esta forma de presentar los contenidos, en la década de los 70 Marvel figuró como la compañía de cómics número uno en el mundo, superando a su rival DC . Marvel publicaba mensualmente 40 títulos y vendía anualmente 50 millones de ejemplares en más de 100 países.

Gracias a la popularidad de algunos personajes, Marvel vendió derechos para la producción de programas de televisión en series y caricaturas. Si bien ya no era la época dorada del cómic, en 1980 el negocio iba viento en popa al grado de que algunos ejemplares fueron objetos de culto. Se creó un circuito de fans dispuestos a dejar sus ahorros para comprar las revistas. Los números difíciles de conseguir se vendieron en cifras estratosféricas, sólo al alcance de coleccionistas.

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Stan Lee y su equipo creativo también se convirtieron en personajes por sí mismos. Ganaron fama a la par que los personajes, ya que aparecían dibujados en los cómics para responder a las preguntas del público. De este modo, los lectores conocieron a los creadores de las historias.

De la bonanza a la bancarrota

La embriaguez del éxito llevó a Marvel a un camino sinuoso. Los dueños de la compañía se preocuparon más por hacer dinero que por cuidar las historias. Esto se acrecentaría con la llegada del banquero Ron Perelman, quien a principios de 1989 compró Marvel Entertainment Group, entonces propiedad de New World Pictures, por $ 82.5 millones de dólares, de los cuales, él puso 10 millones de su bolsillo y el resto lo consiguió con préstamos.

Perelman, quien no entendía la industria del cómic porque su ambiente era el mundo financiero, enfocó su estrategia comercial en vender más números poniendo en el mercado ediciones especiales para los coleccionistas. Esto incrementó los precios. Se vendían hasta cuatro copias del mismo cómic pero con diferentes diseños. Por dos años la ventas crecieron 50%, lo que dio la impresión de que la apuesta de Perelman era la correcta, sin embargo, se estaba generando una burbuja. En realidad los lectores estaban dejando de comprar los cómics. Los especuladores y los coleccionistas eran quienes adquirían los números especiales y los guardaban con la esperanza de revenderlos a un precio más alto. Una persona compraba hasta 20 ejemplares de un mismo número. Pero esto no lo sabían en la compañía.

En 1990, Perelman presentó cifras positivas y convenció a los inversores para que Marvel entrara al mercado de valores de Nueva York. En la oferta inicial, las acciones recaudaron 40 millones de dólares. Perelman retuvo el 60% de los títulos.

En el periodo de 1992 a 1995, Marvel expandió sus negocios con préstamos bancarios que ascendieron a 590 millones de dólares. De este modo, de la mano de Perelman, la compañía adquirió empresas de tarjetas de intercambio Fleer y SkyBox, así como Panini, fabricante de calcomanías de entretenimiento.

En 1993, Perelman hizo un trato inusual con Ike Perlmutter y Avi Arad, dos inmigrantes israelíes dueños de Toy Biz, fabricante de juguetes de figuras de acción. El trato consistía en que Toy Biz obtendría una licencia perpetua para fabricar juguetes basados en los personajes de Marvel sin pagar derechos de autor, a cambio, Marvel se quedaría con el 46% de las acciones de Toy Biz. Este acuerdo catapultó el valor de Marvel en la bolsa de valores, cada título aumentó hasta diecisiete veces su precio inicial. La compañía fue valuada en más de $ 3 mil millones de dólares. Esta bonanza duraría poco.

La presiones de los accionistas por generar ganancias influyeron en todas las decisiones de Marvel. El equipo de marketing se inmiscuyó en los contenidos y dictaba las líneas de las historias orientadas a vender más títulos. Esto generó un malestar entre los editores y dibujantes que ocasionaría la renuncia de los más talentosos creativos, algunos se fueron con los competidores, DC, y otros abrieron sus propias compañías.

En medio de la presiones, los cómics también perdieron calidad. Los artistas inexpertos que reemplazaron a los veteranos carecían del estilo para desarrollar las tramas inteligentes que tanto habían cautivado a los fanáticos, aunado a que el arte en los dibujos parecía improvisado. Para entender las historias era necesario comprar diferentes números. Marvel perdió lectores.

Sin embargo, la ventas se mantenían por la especulación. Las tiendas compraban grandes cantidades de cómics y los almacenaban con la esperanza de venderlos a un mayor precio. Además, los números no vendidos se quedaban en bodegas porque no podían reembolsarse como ocurría en la distribución de periódicos y revistas. Marvel no sabía con certeza cuántos cómics vendían realmente porque las tiendas no informaban de sus ventas directas al público. Para obtener información, la compañía realizó una encuesta entre los vendedores y descubrieron lo que ya todos intuían, las ediciones especiales no eran compradas por los lectores, sino que en su mayoría las adquirían coleccionistas o especuladores. Pese a esta información, Marvel continuó su estrategia de enfocar las ventas a los coleccionistas. Las tiendas de cómics comenzaron a quebrar al no poder absorber las pérdidas.
En 1993, Neil Gaiman, autor y escritor de cómics, predijo que la burbuja estaba por estallar. Ante un grupo de empresarios reunidos en un Seminario de minoristas, expuso:

«Puedes vender muchos cómics a la misma persona, especialmente si te dice que está invirtiendo dinero para obtener altos rendimientos garantizados»(…) pero estás vendiendo burbujas y tulipanes, y un día la burbuja explotará, y los tulipanes se pudrirán en el almacén».

Marvel incrementó la producción de cómics más allá de la demanda hasta el punto que ni los coleccionistas podían comprar las ediciones especiales. Los accionistas, con Perelman a la cabeza, no estaban preocupados por mantener a los lectores sino por hacer dinero en el menor tiempo posible. Inevitablemente la burbuja explotó.

En 1993, cuando los coleccionistas y especuladores descubrieron que los precios de los cómics estaban inflados, la industria colapsó. La ventas cayeron hasta un 70%. La división de cómics representaba el 90% de los ingresos. Marvel se alejó de su negocio principal que era la creación de historias. En 1995 entró en crisis y perdió 48 millones de dólares, era la primera vez que no generaba ganancias. El año posterior fue peor: perdió 450 millones de dólares. Las acciones que valían 35 dólares se cotizaron en 2. Para paliar la crisis, la compañía redujo salarios y despidió al 40% de los trabajadores. Por otra parte, los bancos y los accionistas ejercían más presión. Todos querían recuperar su dinero.

Perelman, quien había obtenido liquidez por la venta de acciones, ofreció rescatar a la compañía inyectando 350 millones de dólares a condición de que le otorgaran la mayoría de los títulos.

Carl Icahn, inversor multimillonario, al enterarse de esta oferta especuló que Marvel valía mucho más, considerando que Perelman estaba dispuesto a rescatarla poniendo dinero de su bolsa. En consecuencia, Icahn compró los bonos de Marvel que tenían un valor de 20 centavos de dólar. Desde ese momento se comprometió a bloquear el plan de Perelman. Se desató una guerra entre accionistas que terminó en tribunales.

Con el fin de obtener el control sobre Marvel y tomar decisiones para reestructurarla sin consultar con los accionistas, en 1996 Perelman la declaró en bancarrota. La pugna por el control de la compañía se agudizó. Se conformaron tres grupos: en un bando, Perelman, en otro, Carl Icahn y el tercero, los bancos. En esta batalla, los tenedores de bonos, liderados por Icahn, lograron tomar el control de Marvel y forzaron la salida de Perelman, quien se vio obligado a vender sus acciones a cambio de que no se emprendieran acciones judiciales en su contra por el mal manejo de los bonos.

Aparecen los fabricantes de juguetes

Carl Icahn había ganado la batalla pero no la guerra. Tomó el puesto de CEO de Marvel, sin embargo, no tenía ningún plan definido para salvar a la compañía porque desconocía por completo la industria. Aquí es cuando entran en acción Ike Perlmutter y Avi Arad, los dueños de Toy Biz, la fábrica de juguetes de la que también Marvel era accionista. En lo más álgido de la batalla ellos habían intentado negociar un plan para rescatar a la empresa, primero con Perelman, luego con Icahn, pero los egos y la lucha de poder entre ambos millonarios hicieron imposible lograr acuerdos. Icahn quería tirar el trató que Marvel había hecho con Toy Biz para obtener la licencia perpetúa para fabricar juguetes de los personajes. Ante este escenario, Perlmutter y Avi Arad trabajaron un plan con los bancos, el tercer bando.

En un momento crítico del proceso de quiebra, cuando Icahn había hecho una oferta para quedarse con Marvel, Avi Arad expuso en una junta con los banqueros:

«Estoy seguro de que solo El Hombre Araña vale mil millones de dólares» (…)» Pero ahora, en esta hora loca, en esta coyuntura, van a ganar 380 millones, sea lo que sea que ofrezca Carl Icahn, por todo el asunto (todo Marvel). ¡Una cosa vale mil millones! Tenemos a Los Hombres X, tenemos a Los Cuatro Fantásticos. Todos ellos pueden ser películas. Sin mencionar la televisión y todos los productos y otros derechos”.

Este argumento puso a los banqueros de lado de Perlmutter y Avi Arad, porque querían que Marvel se convirtiera en una compañía solvente, que pagara la mayor parte de su deuda. De este modo, Toy Biz logró un acuerdo con los bancos para reorganizar a Marvel, liquidar algunas de las deudas y crear una empresa fusionada. Sin embargo, Icahn se opuso a este acuerdo. De nuevo se intensificó la batalla en tribunales.

Dado el impasse, un juez federal falló en contra a Icahn, quien se vio obligado en dejar el cargo de CEO, y mientras se dirimía el conflicto, se designó a un fideicomisario para administrar Marvel.

Después de seis meses de una intensa lucha legal contra Icahn, Toy Biz obtuvo la aprobación del juez para adquirir Marvel. Toy Biz pagó a Icahn 3.5 millones de dólares por los costos legales y le otorgó la libertad general para salir de los litigios; a su vez, Icahn prometió no emprender acciones legales contra Toy Biz.

El 27 de septiembre de 1998, Toy Biz y Marvel Entertainment Group se fusionaron esto representó el nacimiento de una nueva empresa: Marvel Enterprises, la cual quedó en manos de Ike Perlmutter y Avi Arad. Los empresarios, dueños de la fábrica de juguetes, habían vencido a los titanes de Wall Street, Ron Perelman y Carl Icahn.

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Sin embargo, los problemas de Marvel estaban lejos de resolverse. La compañía sobrevivió con un préstamo de 200 millones de dólares, aunque las acciones seguían desplomándose hasta llegar al punto de 99 centavos de dólar.

Una forma de obtener dinero era la venta de derechos de los personajes para la realización de películas. Desde 1996 se había creado la división Marvel Studios, con el fin de filmar las tan esperadas películas de los superhéroes, pero el proyecto se había detenido por disputas legales por derechos en Hollywood y por los problemas financieros de la empresa.

Dos años después la suerte le sonrió a Marvel, justo en el momento en que emergió como una nueva compañía. En 1998, New Line Cinema estrenó Blade, el personaje asesino de vampiros contenido en el cómic Tomb of Dracula, la cual fue protagonizada Wesley Snipes.

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La cinta, que había tardado 10 años para filmarse, recaudó 70 millones de dólares, cuatro veces más que la película Howard Duck (otro personaje de Marvel), que había tenido un presupuesto mucho más alto pero resultó un fracaso en taquilla. No obstante el éxito comercial de Blade, Marvel sólo recibió 25 mil dólares por regalías. Sin embargo, esta película le demostró a Hollywood que los personajes de Marvel Comics tenían potencial para generar dinero.

«Blade era el menos probable de tener éxito (entre los personajes)» (…)»Esa fue la primera vez que a Hollywood le pareció claro que la franquicia de Marvel era algo especial», dijo Avi Arad.

Las películas, la salvación de Marvel

Ike Perlmutter, convertido en jefe de facto de Marvel porque era el principal accionista, tenía la urgencia de obtener dinero para sanear a la compañía. Como la venta de cómics iba en picada, razonó que el principal negocio estaba en los juguetes de los superhéroes, y la forma de aumentar sus ventas era si se producía una película que fuera exitosa, lo que motivaría a la gente a comprar los productos derivados.

Por su parte, Arad confiaba en que las películas transformarían a Marvel de una editorial de cómics para niños a una poderosa compañía de contenidos mediáticos.

«Y ambos sabían que la compañía recién salida de la bancarrota necesitaba desesperadamente el dinero en efectivo que traería un acuerdo sobre los derechos cinematográficos», expone Ben Fritz en su libro The Big Picture: The Fight for the Future of Movies (2018).

En ese contexto apareció Yair Landau, representante de Sony, quien tenía la encomienda de negociar con Marvel los derechos cinematográficos de El Hombre Araña, el personaje más popular del portafolio de superhéroes. Sony ya poseía los derechos de Spiderman, pero sólo para la distribución de videos para venta y renta en dvds (era la época de los cineclubs).

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Perlmutter le hizo una oferta a Sony: le vendería no sólo los derechos cinematográficos de El Hombre Araña, también de los personajes más emblemáticos de Marvel, incluidos Iron Man, Capitán América, Thor, Pantera Negra, Ant-Man entre otros, por tan sólo 25 millones de dólares. En esta negociación quedaban fuera Los Hombres X, que ya habían sido comprados por Century Fox, y Hulk, cuyos derechos habían sido vendidos a Universal.

Landau presentó la oferta a su jefe, John Calley, el CEO de Sony, quien sólo tenía la mira puesta en las ganancias que podría generar una película de El Hombre Araña. Él y los demás ejecutivos de Sony no veían el mismo potencial en los otros personajes. Su respuesta fue rápida y fulminante (con traducción al español mexicano):

«A nadie le importa una chingada ninguno de los otros personajes de Marvel, no queremos hacer ese trato» .

Sony negoció solo los derechos de El Hombre Araña, por el cual pagaría a Marvel 10 millones de dólares por adelantado, en cada película producida, más un 5 por ciento adicional de los ingresos una vez que se superara el pago inicial, además de que se dividirían las ganancias por la comercialización de los productos derivados de las películas. Perlmutter y Arad no estaban del todo convencidos, pero en ese momento nadie les ofreció un mejor trato.

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Sony perdió la oportunidad de quedarse con todo El Universo Cinematográfico de Marvel. A más de 20 años de aquel acuerdo, hoy es fácil juzgar que fue una de las peores decisiones en la historia de los negocios, a la luz de los miles de millones de dólares que la franquicia de los superhéroes le ha generado a Disney, sin embargo, no debe obviarse que en esa época todos veían en Marvel a una empresa en decadencia, luchando por su sobrevivencia. Esta percepción cambiaría radicalmente gracias a Los Hombres X.

Desde 1984, Onion Studios, perteneciente a la Metro-Goldwyn-Mayer, planeaba realizar la película basada en el cómic de los seres mutantes, pero nunca se concretó. En 1994 20th Century Fox compró los derechos de Los Hombres X y desarrolló el guión por varios años. Fue hasta el año 2000 cuando se estrenó la película dirigida por Bryan Singer, con el debut en Hollywood de Hugh Jackman en el papel de Wolverine. La cinta fue aclamada por la crítica y generó 290 millones de dólares en ganancias a nivel mundial, aunque Marvel sólo recibió miles en regalías.

La esperanza de Marvel estaba puesta en que los largometrajes transformarían los demás negocios.

“Si alguien ve una película lo más seguro es que compre un juguete para su hijos, si alguien juega un videojuego podrán ir a ver las películas, si a los niños les gustan los juguetes van comprar productos de los personajes para ir la escuela”, era el razonamiento de Peter Cuneo, quien en 1999 asumió el puesto de CEO de Marvel con la misión de sanearla. No tenía experiencia en el negocio de cómics pero sí era un experto en transformar compañías, lo hizo cuando trabajó en Clairol, fabricante de tintes para el cabello y Black and Decker, fabricante de herramientas. Una de las decisiones corporativas fue vender la división de tarjetas intercambiables por 26 millones de dólares, una fracción de los 400 millones que pagó Perelman, pero la transacción proveía el efectivo necesario para seguir operando.

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En opinión de Cuneo, el filme de Los Hombres X probó algo muy importante, tanto para Marvel como para el resto de la industria del entretenimiento: “puedes ser financieramente exitoso si tienes una buena película, incluso si el público en general no conoce a los personajes”. La mayoría de quienes vieron la cinta nunca había oído hablar del cómic.

El público estaba cambiando su percepción sobre los superhéroes; dejaba de verlos sólo como personajes de cómics infantiles y juveniles, para ubicarlos como protagonistas de películas de acción con actores de carne y hueso.

Sin embargo, el éxito de Los Hombres X no benefició del todo a Marvel. Sorpresivamente 20th Century Fox cambió la fecha del estreno, que estaba programado para la temporada navideña, y lo pasó al verano. Esto arruinó los planes de Marvel para lanzar los juguetes y cómics relacionados con la cinta y, dados los términos del acuerdo firmado con Fox, Marvel no tenía ninguna injerencia en la decisiones, ni de comercialización ni de contenidos.

Licenciaban los derechos, pero no tenían el control creativo, salvo en temas nimios como cuidar que el cabello de Wolverine sí se pareciera al personaje del cómic.

El año 2002 sería el parteaguas porque fue el estreno de El Hombre Araña, cinta dirigida por Sam Raimi y protagonizada por Tobey Maguire, como Spiderman y Willem Dafoe como Linterna Verde. El largometraje recaudó 821.7 millones de dólares a nivel mundial y se convirtió en la película más exitosa basada en un cómic que se había filmado hasta ese momento.

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Gracias al acuerdo firmado con Sony, en esta ocasión las ganancias fueron significativas para Marvel, que recibió 11 millones en regalías. Aunque la venta de juguetes creció 69 por ciento, generando ganancias por 155 millones de dólares, seguían muy por debajo de lo que se repartían los estudios de Hollywood.

La compañía se concentró en gestionar la propiedad intelectual de los personajes más que en la venta de los productos.

“Debemos ver a los personajes como talento y tratarlos como si fueran personas de verdad, pero al mismo tiempo tenemos que gestionarlos como marcas. El Hombre Araña es una marca”, comentó Cuneo sobre el cambio en la estrategia de Marvel. Para ello creó la división llamada Grupo de personajes de Marvel, con el objetivo de administrar las marcas de cada superhéroe desde películas, videojuegos hasta vasos con su imagen.

«Ya sea que estés vendiendo un desodorante o una llave siempre estás tratando de encontrar una manera de vincularse emocionalmente con el consumidor», comentó Cuneo citado en el libro de Sean Howe «Marvel Comics: The Untold Story» (2012).

Gracias al enorme éxito de Spider Man, Hollywood finalmente volteó la mirada hacia Marvel y revaloró a sus superhéroes. Los estudios querían seguir los pasos de Sony y llevar a la pantalla grande a otros personajes.

Entre 2003 y 2007 se estrenaron 12 películas de los superhéroes de Marvel, producidas por cinco estudios cinematográficos. En opinión de Ben Fritz, autor del libro The Big Picture (2018), los resultados fueron mixtos. Las secuelas de El Hombre Araña (producidas por Sony) reinaron de manera suprema, siguiendo en el segundo lugar las secuelas de Los Hombres X, de Century Fox. Los Cuatro Fantásticos y Daredevil, también de Fox, hicieron negocios decentes, mientras que Hulk de Universal fue una decepción, en tanto que Elektra (Century Fox) y The Punisher (Lionsgate) fueron grandes fracasos.

Marvel, después de 7 años de caída, por fin generaba lucrativas ganancias. El futuro ya no eran los cómics, sino las películas. El negocio de los cómics terminó siendo de nicho, porque sólo los consumían los amantes de estas publicaciones. Marvel tenía que atraer a nuevos lectores y para ello trataron de convencer a los creativos que habían abandonado la compañía a que regresaran. Muchos de ellos se habían sentido poco valorados en los tiempos de Perelman.

“La gente que realmente hace dinero son los creativos, no los mercadólogos. Tienen que sentirse parte importante del equipo”, dijo Cuneo en entrevista para CNA. En consecuencia, transformó el ambiente laboral y dio total libertad a los artistas para hacer su trabajo.

Una forma de captar nuevos lectores fue presentar y contar las historias de los personajes desde sus orígenes. A esto se le conoce como reboot, muy utilizado en las franquicias de superhéroes.

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Lanzaron una nueva serie de cómics actualizando la imagen de los personajes para ubicarlos en un ambiente contemporáneo. Peter Parker, por ejemplo, se presentaba como un geek y experto en computación. En 2000, el lanzamiento del nuevo número de El Hombre Araña con la historia original fue un éxito de ventas. Marvel retomó el liderazgo en la industria del cómic, aunque en términos generales las ventas eran marginales respecto a la época dorada.

De regreso al mundo cinematográfico, en Marvel no estaban contentos con la bonanza de las películas porque ellos no eran quienes se llevaban la mayor parte de las regalías y no tenían ni voz ni voto en la forma de presentar las historias.

El colmo para Perlmutter, el jefe máximo de Marvel, era que la gente identificaba a Sony como el creador de El Hombre Araña.

En 2003, Marvel demandó a Sony bajo el argumento de que estaba “injustamente reteniendo los ingresos de mercadotecnia y tratando de disociar a Spider-Man de la compañía de cómics que lo poseía. Marvel quería en compensación 50 millones de dólares y, lo más importante, la rescisión de su contrato de licencia con Sony ”, refiere Ben Fritz.

Bajo la lógica de más vale un mal arreglo que un buen pleito, Sony accedió a renegociar el contrato original y le otorgó a Marvel el derecho de la mercadotecnia de El hombre Araña, ya fuera relacionado no con las películas. Las regalías de los productos quedarían en 75% para Marvel y 25% para Sony. Muchos en Sony vieron esta decisión como un grave error, por las jugosas ganancias que representaban los productos derivados del personaje.

Este acuerdo no calmó a Perlmutter. El fondo de su malestar, además de que tenía una animadversión por el mundo de Hollywood, era que no tenían el control sobre las películas y obtenían una ínfima parte del dinero aunque eran los dueños de los personajes.

Avi Arad, el otro socio, nunca había dejado de ver a Marvel como una compañía que podía hacer sus propias películas. Desde la producción de El Hombre Araña, en 2001, había pedido diseñar un logo animado de Marvel en calidad cinematográfica para que se proyectara al inicio de cada cinta, con el fin de que el público identificara a la compañía creadora de los personajes. La primera animación de apenas 11 segundos costó 80 mil dólares y desde entonces es la introducción de cada película, la cual ha evolucionado a la par que el Universo Cinematográfico.

Arad también le pidió a Sam Raimi, el director de Spiderman, a que incluyera en una escena a Stan Lee, el creador del personaje. Raimi no estaba de acuerdo. En una entrevista para The Hollywood Reporter recuerda el momento:

“Conseguí el trabajo para Spider-Man en 1999. Y [la cabeza de Marvel] Avi Arad dijo: «Quiero que pongas a Stan en la película». Y yo estaba como, «No. Conozco a Stan y él no puede actuar». Y Avi dijo: «Lo quiero en la película. Lo hicimos para Los Hombres X, lo estamos haciendo aquí». Ahora imagina que eres un director menor en Inglaterra haciendo Macbeth y te dicen: «Pon al escritor en la obra». Suena absurdo. «Bien, quieres a Shakespeare en la obra, pondré a Shakespeare en la obra». Ahora es una de mis partes favoritas en la película”.

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Desde entonces los cameos de Stan Lee fueron parte de la narrativa cinematográfica de Marvel hasta su fallecimiento en 2018.

Marvel se convierte en estudio cinematográfico

Amir Malin, productor independiente y director Aristan Entertraiment, la cual había comprado los derechos de Ant-Man, Deadpool, y Black Panther para producir películas para DVD, retornó los personajes a Marvel porque su compañía había sido adquirida por Liongate. En ese proceso conoció a Avid a quien le sugirió:

«¿Por qué no financias tus propias películas?», (…) «¿Por qué no reúnes la mayor parte de los beneficios de esta maravillosa marca que tienes? Si tienes éxito, tienes una empresa multimillonaria».

Por el éxito que estaban teniendo las películas de El Hombre Araña y Los Hombres X, Arad consideró que era una gran idea. Le pidió a Amir que diseñara un plan de negocios para presentarlo a los accionistas, particularmente a Ike Perlmutter, el socio con más peso en Marvel. El plan, de 75 páginas, se llamó Marvel World y consistía en crear una entidad independiente que sería un 80 por ciento propiedad de Marvel y un 20 por ciento propiedad de Malin y sus socios. Marvel World recaudaría su propio capital para producir películas basadas en los superhéroes, cuyas licencias cinematográficas no habían sido vendidas, entre los que se encontraban El Capitán América y Thor.

El plan, lejos de entusiasmar a Perlmutter, le espantó. Tenía una gran aversión al riesgo y era famoso por su tacañería. Filmar una película no era garantía de ganancias, podría ser un gran éxito como El Hombre Araña o un fiasco como The Punisher. El plan fue rechazado.

Otro entusiasta tomaría el reto de convencer a Perlmutter. David Maisel, graduado de la escuela de negocios de Harvard y con experiencia en el mundo de Hollywood y, además, era un fan de los cómics. Conoció a Perlmutter en 2003 en un desayuno en la mansión de Donald Trump. Maisel le dijo al escéptico dueño de Marvel que él le garantizaba que si producían películas estas generarían dinero sin ningún riesgo para la compañía. Maisel fue contratado como jefe de la oficina de Marvel Studios, que de estudios no tenían más que el nombre, porque en realidad era una oficina encargada de gestionar los derechos cinematográficos de los personajes.

Marvel Studios era un equipo de tres personas: Arad, accionista de Marvel; Maisel, nuevo ejecutivo contratado por Perlmutter y Kevin Feige, quien más que otra cosa era el asistente personal de Arad.

El plan que presentó Maisel era similar al de Marvel World, a diferencia de que prometía que Marvel no tendría que comprometer ningún capital para producir películas y sería dueño del 100% de las regalías y de los productos derivados, sin compartir los derechos con nadie. Además, solo Marvel podría decidir cuándo estrenarían las cintas para que fueran a la par de la fabricación de los juguetes. Era el sueño dorado de todos en la empresa.

En la junta con los accionistas Maisel expuso:

«Las películas deben ser hechas por personas que aman a los personajes, que aman las historias y que realmente se preocupan porque estas películas sean lo mejor que pueden ser».

La respuesta de los accionistas, de acuerdo con lo citado por Ben Fritz en su libro The Big Picture fue la siguiente:

“David, deja de hablar tanto. Tu apellido no es Spielberg y no vamos a arriesgar a toda la compañía por esto. No hables más de esto a menos que encuentres una manera de hacerlo con poco o ningún riesgo».

Aunque era una negativa, los accionistas estaba abriendo la posibilidad a Maisel para que encontrara la forma de financiar las películas sin riesgos financieros. El trauma por las malas experiencias del pasado que llevaron a la bancarrota a la empresa, habían hecho de los accionistas personas conservadoras en el negocio. No obstante, como un voto de confianza, decidieron detener la venta de todas las licencias cinematográficas de personajes a los estudios de Hollywood.

Entre 2004 y 2005 Maisel se reunió con diversos bancos. Se vivía la burbuja financiera en Wall Street —que explotaría en 2008—. El dinero de los banqueros, o más bien de los clientes, depositados en los fondos de inversión, corría a raudales para diversos proyectos, particularmente en Hollywood. En esa jauja, Maisel consiguió lo inimaginable, un trato que incluso hoy ningún banco haría.

El 6 de septiembre de 2005, la Comisión de Valores de Estados Unidos anunció el acuerdo entre Merrill Lynch y Marvel. El banco otorgaba un crédito por 525 millones de dólares para financiar la producción de hasta diez películas basadas en personajes de Marvel, mientras que Paramount, sería la encargada de distribuir las películas a nivel mundial, a excepción de Alemania, Japón, España Australia y Francia, donde Marvel podía vender los derechos directamente.

Según los términos del acuerdo, el primer estreno estaba programado para el verano del 2008 con el personaje que Marvel decidiera, pero la película debía tener un presupuesto de hasta 165 millones de dólares y estar dirigida a un público de por lo menos 13 años de edad. Aunque el financiamiento permitía la producción de películas animadas, Marvel tenía la intención hacer solo películas de acción real. Todos los beneficios por la venta de juguetes quedaban en manos de Marvel, además de un 5% por la ganancias de los largometrajes.

En caso de que Marvel no pudiera pagar la deuda después de las primeras cuatro películas producidas, Merril Lynch obtendría los derechos cinematográficos de los diez personajes incluidos en el acuerdo, entre los que se encontraban El Capitán América, Los Avengers, Nick Fury, Pantera Negra, Ant-Man, Cloak & Dagger, Dr. Strange, Hawkeye, Power Pack y Shang-Chi.

El acuerdo no era del todo libre de riesgo pero convenció a los accionistas y al quisquilloso de Perlmutter. En el peor de los escenarios, Marvel aún podría explotar la marca de estos superhéroes en cómics y juguetes.

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Por fin, había nacido Marvel Studios. El siguiente paso era decidir cuáles serían los personajes que integrarían la serie de películas. Para Arad la opción inicial era El Capitán América, pero en el transcurso de los preparativos las circunstancias viraron a favor de Marvel.

Desde el 2000, New Line Cinema tenía los derechos de Iron Man, sin embargo, no habían concretado la producción de la película. Tom Cruise se mostró interesado en el papel pero no avanzó el proyecto. El CEO de New Line Cinema, Bob Shaye, no estaba convencido de que un personaje que técnicamente no es un superhéroe, sino un contratista de armas, multimillonario, con un traje de metal que dispara misiles y vuela.
El ejecutivo de Hollywood le dijo a Arad, según narra Ben Fritz en su libro:

«¡Nunca haré una película en la que un Iron Man vuela!» (…) «Simplemente no tiene ningún sentido! El acero no puede volar».

Cuando llegó el momento en que New Line debía renovar el acuerdo de los derechos de Iron Man , lo cuales expiraban en 2005, Arad decidió negárselos, para sorpresa de los ejecutivos de los estudios de cine.

Por otra parte, tras el fiasco de la película de Hulk (2002), dirigida por Ang Lee y protagonizada por Eric Bana, Universal decidió ceder los derechos a Marvel con la condición de que hicieran una película. Además, por la insistencia de Maisel y Faige, habían incluido a Thor en la lista de personajes que serían llevados a la pantalla grande, aún con el escepticismo de Arad, quien no consideraba que un personaje que pasa la mayor parte del tiempo en un lugar mitológico llamado Asgard podría ser una película atractiva.

De este modo, las opciones para Marvel eran El Capitán América, Thor, Hulk y Iron Man. ¿Quién abriría? Realizaron diversos grupos de enfoque para saber qué personaje era el idóneo para el debut cinematográfico. En el mundo de los superhéroes no hay público más conocedor que los niños. La investigación se enfocó en ellos. El ganador indiscutible: Iron Man.

Con la decisión de producir la primera película de Marvel Studios con Iron Man, comenzaron los planes para fabricar los juguetes y los productos derivados. Pocos estaban entusiasmados con la idea fabricar juguetes de un personaje que no se conocía fuera del mundo de los cómics, además, tampoco era uno de los personajes más populares.

Ante la negativa de los fabricantes, Marvel prácticamente tuvo que forzarlos. Si querían participar en la producción de juguetes para la película Spiderman 3, en la que todos estaban interesados, tendrían que fabricar también los juguetes de Iron Man.

Si bien estaba asegurado el financiamiento del banco, Marvel Studios tenía que tomar dinero de la compañía para realizar Iron Man, dado que este personaje no estaba incluido en el acuerdo con Merril Lynch. Esto implicaba que Perlmutter ejercía poder de decisión en la producción, lo que generaría varios dolores de cabeza al equipo de Arad. Ello implicó que no podían contratar a actores de alto perfil por los costes salariales. Tom Cruise no sería la opción.

Jon Favreau, quien sólo había dirigido tres películas, ninguna con un alto presupuesto y Zathura, que había sido un fracaso, fue la primera opción de todos para dirigir Iron Man.

La razón la expone Ben Fritz en su libro:

«(Favreau) Impresionó a Arad con su conocimiento del personaje y su plan para equilibrar los elementos políticos de la historia con la comedia. Debido a que Marvel no gastaría mucho en grandes escenas de acción, fue crucial que el director trajera energía a los personajes en los diálogos. Favreau, que escribió Swingers y dirigió la comedia Elf, tenía habilidades probadas en ese campo».

Favreau al no ser un director consagrado, les dada a los productores más control sobre él. No tendría la última palabra después del corte. «Nuestras películas no eran el feudo del director», comentó Maisel.

Si bien no podían pagar en el rol principal de Iron Man a una estrella como Tom Cruise para atraer al público, como se estilaba en este tipo de películas, sí necesitaban gastar en al menos un prestigiado actor de reparto. La opción fue Terrence Howard, quien había sido nominado a un Oscar. Él haría el papel de James «Rhodey» Rhodes, el mejor amigo de Tony Stark, y cobraría 3.5 millones de dólares, el salario más alto entre todos los actores de la película.

Jon Favreau había puesto el ojo en Robert Downey Jr., a quien quería en el papel de Iron Man. Presentó su propuesta a los productores y fue rechazada, no una, sino varias veces. Años de mala publicidad, múltiples arrestos relacionados con el abuso de drogas y alcohol en fiestas hicieron que el actor nominado al Oscar se convirtiera en un riesgo para el estudio. Nadie dudaba del talento de Downey Jr. pero por su comportamiento ya había perdido papeles en otras películas.

“(…) al estudiar el rol de Iron Man y desarrollar el guión, me di cuenta de que el personaje parecía alinearse con Robert en todas las maneras buenas y malas. Y la historia de Iron Man fue realmente la historia de la carrera de Robert», comentó Favreau sobre su decisión de incorporarlo.

Cuando Downey Jr. se presentó a la audición, vestido con un traje sastre negro y comenzó los diálogos e improvisó algunas bromas, a nadie le quedó duda de que él era Tony Stark.

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Marvel negoció su salario en 2.5 millones de dólares. Hoy, Downey Jr. es el tercer actor mejor pagado de Hollywood. Tan sólo por Avenger Infinity War se estima que recibió 75 millones de dólares, y por tres días de filmación en Spider-Man: Homecoming se especula que cobró al menos 5 millones de dólares.

Al resto del reparto, entre los que se encontraban Gwyneth Paltrow, se les ofreció pagarles una parte de su salario con bonos, según el desempeño de la película en taquilla. Perlmutter supervisaba el guión con el único objetivo de ahorrar costos. El inicio Iron Man abre con un ataque a un convoy militar que originalmente incluía 10 Humvees. El ejecutivo consideró que era demasiado caro, por lo que pidió que la escena se hiciera con tres.

Las constantes intervenciones de Perlmutter en la filmación causaron conflictos con Arad, el jefe de Marvel Studios. Las disputas por los gastos y las formas de Arad que se presentaba como ejecutivo de Hollywood, con todo el glamour de oficinas suntuosas, incubaron un malestar entre los accionistas. La mayoría pensaba que quien realmente hacía el trabajo era su asistente, Kevin Feige. Por otra parte, Arad tenía peleas constantes con David Maisel sobre quién recibía el crédito creativo. Los egos hacían mella de nuevo en el equipo de Marvel. La junta de accionistas decidió reemplazar a Avid Arad por David Maisel.

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Arad, la persona que había visionado a Marvel como una compañía productora de películas ya no tenía cabida en el equipo. En mayo de 2006 renunció. Vendió sus acciones por un valor de 60 millones de dólares y se estableció como un productor independiente que en el futuro trabajaría, entre otros proyectos, en las secuelas de Spider-Man.

Marvel Studios tenía a un nuevo jefe, David Maisel, pero faltaba nombrar al productor ejecutivo que supervisaría todas la películas y al productor de Iron Man. Contrario a la costumbre de Hollywood de separar los cargos, Marvel decidió que la responsabilidad recayera un solo hombre, Kevin Feige.

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De este modo, el ayudante se convirtió en el productor ejecutivo y el productor hasta la fecha, de todas las películas del Universo Cinematográfico de Marvel. Keige demostró que era la personas más que indicada para el cargo, Él tuvo la idea de que al finalizar los créditos de Iron Man se agregara la escena en la que aparece el personaje, Nick Fury, interpretado por Samuel L. Jackson, quien le dice a Tony Stark: “sabes que hay un mundo más amplio de superhéroes allá afuera». Había nacido una nueva narrativa cinematográfica.

En Marvel Studios sabían que todas la películas que serían filmadas estarían conectadas de alguna manera, pero fue gracias al éxito de Iron Man que todo cobró sentido.
«Una de los mejores negocios en películas es la continuación, porque puedes predecir mejor los ingresos y los costos.(…) Sabía que al intercalar a nuestros personajes, estaba haciendo cada película una secuela»,comentó Maisel.

Contrario a las expectativas y para sorpresa de Marvel, el estreno de Iron Man recaudó 99 millones de dólares, sólo la película de El Hombre Araña había logrado una cifra similar. A nivel global, el largometraje recaudó 585 millones de dólares, con ello prácticamente podían pagar toda la deuda que habían adquirido con Merril Lynch y aún faltaban 9 cintas por filmarse. La acciones de Marvel pasaron de un dólar a 30. El tacaño de Perlmutter estaba tan entusiasmado que en agradecimiento le regalo un auto Bentley a Downey Jr. y un Mercedes al director Favreu.

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Gracias al éxito Iron Man, a Marvel le llovieron ofertas de todos los estudios de Hollywood pero sólo uno tenía el suficiente poder para lograr un jugoso acuerdo: Disney. En 2006 había comprado los estudios Pixar a Steve Jobs por 7 mil 400 millones de dólares. Querían diversificar sus negocios para dirigirse al mercado juvenil y Marvel era la mejor franquicia.

El CEO de Disney, Bob Iger, se reunió con David Maisel para hacer una oferta, pero el jefe Perlmutter no lo sabía. Cuando Maisel le informó del interés de Disney, Perlmutter se reunió con Steve Jobs para preguntarle cómo había sido la compra. El CEO de Apple prácticamente le convenció de que era la mejor opción vender a Disney porque les permitían libertad creativa, que era la principal preocupación en Marvel. La venta se concretó en 2009 por 4 mil 300 millones de dólares y sólo Perlmutter se llevó mil millones.

Al enterarse de la adquisición, Avi Arad dijo que Disney había comprado a Marvel por una ganga. «¡Es un precio barato! ¡No es nada! Es una marca muy fuerte, y planeamos esa marca. No fue una casualidad».

Con Disney, además del dinero, Marvel garantizaba la distribución de sus películas a nivel global, con cuantiosos recursos en marketing para asegurar el éxito. Así nació lo que hoy conocemos como El Universo Cinematográfico de Marvel, el cual se dividió en tres fases hasta concluir Avengers Endgame.

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Existen rumores de cuáles serán las películas que integrarán la cuarta fase. Un supuesto empleado de la compañía publicó un post en Reddit en el que revela la lista de las películas por venir. Al momento escribir estas líneas no hay un anuncio oficial, aunque ya circulan imágenes en internet incluso con las fechas de estreno. Con toda certeza seguiremos teniendo superhéroes para rato. El negocio mueve miles de millones de dólares.

En el mundo de los cómics, Marvel lanzará en agosto lo que promete será una publicación épica con motivo de su 80 aniversario: el número 1000 de Marvel Cómics.

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Para esta edición, se llamó a colaborar a 80 equipos creativos, cada uno se encargará de una página. El libro recordará el origen en MARVEL COMICS # 1, que se publicó por primera vez el 31 de agosto de 1939, cuando la compañía era conocida como Timely Comics. A decir de los creadores, la historia revelará más misterios del Universo Marvel.

«Este es, por mucho, el libro más complejo, complicado y difícil que he tenido que editar», considera Tom Brevoort, Editor Ejecutivo y Vicepresidente Senior de Publicaciones de Marvel.

La gran interrogante es si estas historias continuarán siendo el principal producto cultural, o el principal “genocidio cultural” que consumen la audiencias alrededor del globo. ¿Cuál es el problema?

«El problema es que las películas de superhéroes imprimen esta mentalidad de que no somos dueños de nuestro propio destino, y lo mejor que podemos hacer es sentarnos y esperar a que Star-Lord y un jodido mapache atraviesen y salven a nuestros lamentables trasero … Olvida el trabajo duro, las instituciones gubernamentales, la diplomacia, la inversión. Solo necesitamos un héroe para que se levante, así que lanzamos la batiseñal para un hombre que intervengan y resuelva todos nuestros problemas muy rápidamente», consideran Robert Jewett y John Shelton Lawrence en su libro el Monomito Americano (1977).

Desde Argentina hasta Zimbawe, para bien o para mal, vivimos en la era cinematográfica de los superhéroes en un mundo necesitado de figuras mitológicas, permeado por populismos de izquierda a derecha.

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Fuentes Bibliográficas:

Alvarado, Sebastian (2019) The Science of Marvel Form Infinity Stones to Iron Man Armor, The Real Science Behind the MCU Revealed. Simon & Schuster.

Fritz, Ben (2018) The Big Picture The fight for the Future of Movies. Houghton Mifflin Harcourt Publishing Company

Howe, Sean (2012) Marvel Comics The Untold Story. Harper Collins.

Marvel The Marvel Universe Roleplaying Game. Marvel.

McSWeeney, Terence (2012) Avengers Assemble Critical Perspectives in the Marvel Cinematic Universe. Columbia University Press

Lawrence, John Shelton and Robert Jewett (1977) The American Monomyth. New York: Anchor Press/Doubleday.

The Marvel Encyclopedia The Definitive Guide to the Characters of the Marvel Universe (2006). DK.

W, Dalton Russel (2011) Marvelous Myths Marvel Superheroes and Everyday Faith. Chalice Press.

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