En medio de la contingencia sanitaria global, aparece un largometraje que nos invita a mirar el pasado cercano de China, un poco con nostalgia y otro con asombro, ante la vertiginosa velocidad con la que se transforma el país asiático.
En Beijing (2020), que en chino se dice Zai Beijing «在北京», es un proyecto cinematográfico conformado por cuatro historias de tres cineastas: Rodrigo Escobar-Vanegas de Colombia, Qiu Meijun de Taiwán y Pablo Mendoza de México, quienes retoman sus cortometrajes producidos entre 2006 y 2009, durante su paso como estudiantes de la Academia de Cine de Beijing, —una de las escuelas de cine más importantes de Asia— para integrarlos en un solo filme y ponerlo a disposición del público.

En el contexto del confinamiento obligado por la pandemia, Rodrigo Escobar, quien además de cineasta es artista plástico, tuvo la idea de retomar los cortometrajes y presentarlos en un sólo proyecto, como una forma catártica de salir del letargo cinematográfico en que se ha sumido el mundo ante la parálisis de las producciones y la ausencia de funciones en las salas de cine.
En palabras de Rodrigo:
“En Beijing es una película resultado de cuatro cortos que hicimos en colaboración mientras estudiamos en la Escuela de Cine de Pekín. Pablo Mendoza, mexicano, Meijun de Taipéi y yo teníamos como común denominador el deseo de expresar algo mediante historias. Esa fue definitivamente una de las motivaciones de venir a China. En mi caso, yo sufría de una intoxicación causada por la postmodernidad y el esnobismo propio del ambiente artístico en Colombia. Por eso quería a aprender a contar el cuento chino, así como lo hacían los directores del renaciente cine chino que le mostraban al mundo, desde una cultura tan distante y un idioma tan ajeno, y lograban cautivar a los espectadores del otro lado del Pacífico”.
En opinión de Pablo:
«La película es una apología al amor y al deseo desenfrenado por el cine; la primera parte narra la historia de un joven y su sueño de hacer una película, aunque esta implique la destrucción de su equipo de colaboradores y, por consiguiente, de él mismo. Las otras tres son historias de amor, unas más frenéticas que otras pero que al final trascienden la narrativa per sé y su esencia es vertida en el cáliz primigenio, que es el amor y la locura de los cineastas por las imágenes en movimiento. Sin embargo, cuando vi la película, me quedé en una especie de trance emocional (ya extrañaba ese tipo de shocks cinematográficos) porque era como ver las imágenes de la última secuencia de Cuando el destino nos alcance de Richard Fleischer, o las escenas inolvidables que hicieron también llorar a la generación de nuestros padres en la última secuencia de Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore».
Pedí a los realizadores que nos compartieran un texto acerca de su película. En respuesta obtuve una vívida narración, no sólo del filme, sino de lo que entonces significaba hacer cine en China, cuando existía mayor espacio para producir películas independientes, y se respiraba un aire de libertad creativa, que inclusive permitía a los extranjeros contar historias que antes eran tabú.
Dejemos que la voz de los cineastas se escuche a través de sus textos, los cuales compartimos íntegramente. Es la mejor forma de motivar al público para ver En Beijing, disponible en la plataforma Vimeo.