Las memorias de un expresidente revelan cómo fue su estilo de gobernar. Permiten conocer qué temas fueron prioritarios, cuáles merecieron su mayor atención o cuáles dejaron una huella en su presidencia.
A juzgar por el contenido de Una tierra prometida (2020), el nuevo libro de memorias de Barack Obama, se infiere que para el primer presidente afroamericano de los Estados Unidos, México no fue un tema prioritario, ni tampoco América Latina.
En las más de 900 páginas que componen el volumen, publicado en 19 idiomas (español incluido), nuestro país apenas se menciona anecdóticamente en 8 ocasiones y sólo en unas líneas.
Esto no significa que las relaciones con México carezcan de importancia para los Estados Unidos, por el contrario, entran en su política de seguridad nacional y quizás por ello se obvian. Es como el elefante blanco en la habitación del que nadie habla, pero todos saben que está ahí.

Estados Unidos y México comparten una de las fronteras más grandes y problemáticas del mundo. Son 3 mil 200 kilómetros por los cuales se registra el mayor cruce legal de personas, así como el mayor cruce de personas indocumentadas.
Diariamente millones de mercancías pasan por las garitas en ambos lados de los cruces fronterizos, en lo que constituye uno de los intercambios comerciales más dinámicos del mundo.
En esta frontera también se registra el mayor contrabando de drogas y armas a nivel internacional.
Por otro lado, se estima que en la Unión Americana viven 36 millones de personas de origen mexicano. Mientras que en México radica el mayor número de estadounidenses que viven en el extranjero: un millón y medio. Paradójicamente, una gran parte de ellos reside en nuestro país de forma indocumentada, según cifras de la Embajada de EUA.
Ante esta intensa relación binacional, sorprende que Obama no dedique ni un párrafo para hablar de cómo llevó los asuntos con México, considerando que fue uno de los países que más visitó durante su presidencia, (cinco visitas en sus dos periodos).
De las pocas menciones, una es para contextualizar que el virus H1N1 provino de nuestro país. Otra para introducir el tema de la reforma migratoria, en el intento por aprobar la Ley Dream. La iniciativa buscaba regularizar a millones de dreamers; jóvenes que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños, traídos por sus padres. Desafortunadamente, los demócratas se quedaron a cinco votos de la aprobación de la ley, y de materializar el sueño de los dreamers para convertirse en ciudadanos estadounidenses .
Puntualizar que México no pinta en el libro de Obama corrobora que durante los ocho años de su administración los asuntos binacionales se trataron como “business as usual”. Es decir, sin sobresaltos.
Sin embargo, fue precisamente durante la era Obama cuando México alcanzó el nivel más crítico de la guerra contra el narcotráfico, emprendida por el presidente Felipe Calderón desde el 2007.
Durante el sexenio 2006-2012 en México se registraron cerca de 48 mil muertes relacionadas con el combate al narcotráfico, según cifras oficiales. Organismos no gubernamentales estiman que los muertos fueron muchos más, entre 60 mil y hasta 70 mil.
Nunca sabremos las cifras de este trágico periodo en la historia de nuestro país, pero las consecuencias de esta guerra perduran hasta nuestros días.
Si usted compra el libro para conocer qué decisiones tomó Obama en relación al combate contra el narcotráfico, se llevará una desilusión. En sus memorias no se menciona en ningún momento el tema. Nada sobre el narcotráfico, nada sobre el consumo de estupefacientes en Estados Unidos, la nación que más los consume en el mundo, y nada sobre los cárteles ni los capos, temas que sí han acaparado la atención del público estadounidense en infinidad de películas y series de Netflix, que por cierto trivializan el problema y le dan un halo de celebridad a los traficantes.
Al no mencionar estos temas, Obama nos deja claro en su libro que la guerra contra las drogas no fue su guerra. Eso pasaba del otro lado de la frontera.
Sus guerras, según él mismo lo escribe, fueron herencia de George W. Bush:
“La guerra en Afganistán, que pronto sería la más larga en la historia de Estados Unidos. La guerra en Irak, donde seguían desplegados casi ciento cincuenta mil soldados estadounidenses. La guerra contra Al Qaeda”.
Por supuesto, Obama tampoco menciona el operativo Rápido y Furioso, orquestado por la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés), que consistió en permitir el ingreso ilegal a territorio mexicano de 2 mil armas a las cuales se les puso un chip para su rastreo. El operativo se salió de control porque parte del arsenal cayó en manos de los narcotraficantes. La trama se descubrió porque con unas de esas armas fueron asesinados en diferentes hechos dos agentes estadounidenses.
La editorial que edita la obra ya anunció que habrá una segunda parte de las memorias. Este volumen cubre desde el ascenso al poder, hasta el operativo para matar a Osama bin Laden. El periodo de 2008 a 2011.
Quizás estamos adelantando vísperas y en la segunda parte de sus memorias, Obama sí le dedique algunos párrafos a los asuntos omitidos.
En cualquier caso, para los estudiosos de la política estadounidense y para el público en general, la lectura de este libro es interesante porque desnuda la forma en cómo vio al mundo quien fuera uno de los presidentes de EUA más carismáticos, y que más esperanzas despertó en el pueblo estadounidense.
Sin embargo, al final de su segundo mandato, el presidente terminó decepcionando a muchos de sus seguidores.
El resultado todos lo conocemos: la caída de los demócratas y la llegada de Donald Trump al poder.
Esperemos que Joe Biden no se convierta en otro Obama.
