El Libro Vaquero: un clásico de la cultura popular

*En Praga, Repú­blica Checa, se exhibe una mues­tra que abarca 35 años de las por­ta­das del Libro Vaquero, con­si­de­rado una repre­sen­ta­ción de arte pop latinoamericano.

*Esta publi­ca­ción, que actual­mente tira 400 mil ejem­pla­res, es un refe­rente mexi­cano de cul­tura popu­lar pero pocos la cono­cen realmente.

*A pro­pó­sito de esta exhi­bi­ción, reto­ma­mos un repor­taje que se publicó en RMC 2005, donde por pri­mera vez se recons­truye la his­to­ria del Libro Vaquero, con­tada por sus pro­ta­go­nis­tas.

Libro Vaquero

Por Raúl López Parra*

Una nota previa

En cierto modo, el Libro Vaquero nunca ha dejado de ser noti­cia. Siem­pre ha estado pre­sente incluso en los chis­tes que  denues­tan a quie­nes tie­nen un bajo nivel edu­ca­tivo y que sólo leen este tipo de “libros”.

A prin­ci­pios de este año el Libro Vaquero lanzó una con­vo­ca­to­ria para que las lec­to­ras envia­ran una foto­gra­fía ves­ti­das de vaque­ras, indias, caba­re­te­ras, o cual­quier otro per­so­naje. Quien resul­tara selec­cio­nada apa­re­ce­ría, dibu­jada, en la por­tada de la revista y le darían el boceto original.

Diana Olivares- Foto tomada de la cuenta oficial de Twitter de @El_LibroVaquero

Recien­te­mente, el dia­rio Reforma dio a cono­cer que en Praga se exhibe una mues­tra de las por­ta­das del Libro Vaquero lla­mada “The Good, The Bad and The Sexy, para­fra­seando al céle­bre wes­tern pro­ta­go­ni­zado por Clint East­wood, El bueno, el malo y el feo”. Se con­tem­pla que la mues­tra via­jará tam­bién a Lon­dres. La publi­ca­ción se ha moder­ni­zado y tiene su pro­pio sitio web  y activó una cuenta de Twit­ter @el_librovaquero la cual suma más de 600 seguidores.

En este con­texto, con­si­de­ra­mos per­ti­nente reto­mar un repor­taje publi­cado ori­gi­nal­mente en RMC 2005, en el cual se deta­lla, por pri­mera vez, la his­to­ria del Libro Vaquero en voz de sus pro­ta­go­nis­tas. Cuando se publicó este tra­bajo, la revista atra­ve­saba pro­ble­mas de cir­cu­la­ción. Desde enton­ces han pasado siete años y el vaquero mexi­cano ha ganado la bata­lla no sólo a los pie­les rojas, sino a los pro­ble­mas eco­nó­mi­cos. Con la sal­ve­dad de las cifras de cir­cu­la­ción repor­ta­das en ese enton­ces, los datos apor­ta­dos no han per­dido vigen­cia, en tanto su regis­tro documental.

Repor­taje publi­cado ori­gi­nal­mente Revista Mexi­cana de Comu­ni­ca­ción, Núm. 99, junio – julio 2005

Admi­rado o des­pre­ciado, El Libro Vaquero se ha con­ver­tido en un refe­rente de la cul­tura popu­lar: 400 mil ejem­pla­res cir­cu­lan sema­nal­mente por toda la Repú­blica, lo que se tra­duce en 20.8 millo­nes de ejem­pla­res anua­les. A pro­pios y extra­ños sor­prende que sin publi­ci­dad se man­tenga en el gusto del público. Todo mundo, aun­que no lo haya leído, lo conoce. Sin embargo, las fuer­zas de este vaquero se han esfu­mado a la par de ese libro del que todos hablan y al menos medio millón sigue leyendo.

Hace casi tres déca­das, Rafael Már­quez habló con el capi­tán Mario de la Torre Barrón, escri­tor de radio­no­ve­las, para que le tra­ba­jara una his­to­ria donde el leit­mo­tiv fuera el amor de un vaquero por una mujer. Días des­pués, el capi­tán le pre­sentó el pri­mer argu­mento con el título Racimo de Horca, en el que una banda de fora­ji­dos asalta un tren que lleva 30 mil dóla­res en oro al banco de Stan­ley­vi­lle. Blo­quean las vías del tren para dete­ner a la loco­mo­tora y toman por asalto el vagón del dinero. De pronto, el res­pon­sa­ble del pre­cioso metal se inter­pone para evi­tar el atraco y los fora­ji­dos lo acri­bi­llan. A par­tir de ese momento, la his­to­ria se cen­tra en Mariana, la hija del ase­si­nado, y Tom Sta­cey, un pis­to­lero que se enamora de ella y busca ven­gar la muerte del padre de su amada.

Des­pués de ela­bo­rar un stock de 10 capí­tu­los, el 23 de noviem­bre de 1978 apa­re­ció el pri­mer número de la nueva his­to­rieta, bau­ti­zada como El Libro Vaquero. En la por­tada apa­re­cía en pri­mer plano un vaquero mon­tado en su caba­llo blanco, y en segundo plano, el ros­tro de una peli­rroja. Ade­más de la his­to­ria, El Libro Vaquero fue inno­va­dor con res­pecto a su for­mato. Se tra­taba del pri­mer título en ver­sión de bol­si­llo, de 13 por 15.5 cen­tí­me­tros y a todo color. Así fue como nació el pri­mer vaquero, con “la arro­gan­cia del nor­te­ame­ri­cano, pero con el cora­zón del mexi­cano”, según lo define Márquez.

En la cima del éxito, en los años ochenta, esta revista alcanzó un tiraje de 1.5 millo­nes de ejem­pla­res por semana. Aun­que hoy día no llega a la ter­cera parte, sigue siendo la más ven­dida de México. A pro­pios y extra­ños sor­prende que sin publi­ci­dad se man­tenga en el gusto del público. Todo mundo, aun­que no la haya leído, la conoce. El 31 de diciem­bre de 2002, se dio la noti­cia de que el perió­dico Nove­da­des cerraba sus puer­tas a 65 años de haber sido fun­dado por Igna­cio Herre­rías y adqui­rido des­pués por la fami­lia O’Farril. Con ello, El Libro Vaquero pasaba a manos de Nueva Impre­sora y Edi­tora (Niesa), por lo que Rafael Már­quez pre­sentó su renuncia.

Con la desa­pa­ri­ción del dia­rio, tam­bién fina­lizó sim­bó­li­ca­mente el empo­rio Nove­da­des Edi­to­res, cuyas his­to­rie­tas habían alcan­zado un tiraje sema­nal de 3.6 millo­nes de ejem­pla­res. De 14 his­to­rie­tas sobre­vi­vie­ron la mitad: El Libro Vaquero, El Libro Sema­nal, Fron­tera Vio­lenta, Novela Poli­ciaca, Poli­ciaco de Color, Joyas de la Lite­ra­tura, y Hom­bres y Héroes. Nadie ima­ginó que El Libro Vaquero sería la prin­ci­pal máquina de hacer dinero; influyó mucho que don Rómulo O’Farril fuera en ese tiempo accio­nista de Tele­visa; así, sus publi­ca­cio­nes tenían una gran pro­mo­ción, prin­ci­pal­mente en radio.

Con el éxito lle­ga­ron las copias: Haza­ñas Vaque­ras (1986), Joe Tre­viño (1989), El Libro del Oeste (1989), La Ley del Oeste Jus­ti­ciero (2000), y muchas más. De todos ellos sobre­vi­ven La Ley del Revól­verEl Soli­ta­rio y El Pis­to­lero. En total se edi­ta­ron 78 títu­los emu­lando al Vaquero, pero nin­guno logró ser un com­pe­ti­dor de cuidado.

La receta del éxito

Rafael Marquez, creador del Libro Vaquero. Imagen tomada de @El_LibroVaquero

Már­quez, con sus gafas de pasta oscura y vidrio verde, se aco­moda en la sala de su casa, en un vecin­da­rio de clase media alta. Recuerda que El Libro Vaquero nació a par­tir de sus lec­tu­ras de los cómics esta­du­ni­den­ses como El Revól­ver a la OrdenBat Mas­ter­sonHalo­pong Cas­sidy y El Lla­nero Soli­ta­rio (todas de edi­to­rial Novaro). Sin embargo, sen­tía que a esos pro­ta­go­nis­tas les fal­taba algo: el amor. Los vaque­ros que salen en esas his­to­rias son medio raros por­que no se matan por una mujer ni luchan por una mujer. Se matan por­que la vaca de fula­nito entró en su terreno, por­que le roba­ron un caba­llo, pero no como los mexi­ca­nos, que se matan por una mujer.

Los westerns que inspiraron la creación del Libro Vaquero

Ante esa insa­tis­fac­ción deci­dió rea­li­zar un vaquero con un toque a la mexi­cana, más román­tico, para enal­te­cer la his­to­ria del pis­to­lero. Es miér­co­les de paga en Niesa. Fer­nando Varela Robles, direc­tor del El Libro Vaquero, espera a sus cola­bo­ra­do­res para que entre­guen su tra­bajo y cobren sus res­pec­ti­vos che­ques. Hacer la his­to­rieta es una labor colec­tiva. Pri­mero el argu­men­tista define la his­to­ria, más tarde el letrista hace los baloons (glo­bos de diá­logo) para que el dibu­jante se dé vuelo recreando el Viejo Oeste y final­mente el por­ta­dista hace lo pro­pio. Todos los car­to­nes se digi­ta­li­zan y luego se colo­rean en computadora.

El argu­men­tista Arturo Fabila Mon­dra­gón, quien firma con el seu­dó­nimo de Art­hur Fabill, sabe que debe ape­garse al con­texto his­tó­rico de la época para escri­bir las aven­tu­ras del Oeste mexi­ca­ni­zado; en 87 pági­nas los per­so­na­jes viven y mue­ren. No existe el con­ti­nuará. En una semana puede escri­bir dos argu­men­tos. Los per­so­na­jes –explica– deben defi­nirse muy bien. Psi­co­ló­gi­ca­mente un per­so­naje no puede ser malo un día y bueno de la noche a la mañana. Nece­sita haber algo que de ver­dad le impacte, que de ver­dad le sacuda para exis­tir este tipo de cambios.

En una oca­sión un lec­tor le reclamó el tra­ta­miento de las his­to­rias: “Oiga es que son re exa­ge­ra­dos. En todas las nove­las hacen el amor, ¡caray! y en esa época, ima­gí­nese nada más. Se aca­ban de cono­cer y ya están revol­cán­dose en el pasto”. Pero Art­hur Fabill se jus­ti­fica: Por lo regu­lar el vaquero y el pis­to­lero eran soli­ta­rios en el Oeste, noso­tros siem­pre los acom­pa­ña­mos con una mujer, para darle vista, por la cues­tión amo­rosa. A la gente le gusta ese tipo de cosas. Todas las his­to­rie­tas deben tener su toque de sexo y vio­len­cia por las cues­tio­nes comerciales.

En El Libro Vaquero siem­pre vere­mos a chi­cas muy volup­tuo­sas, pero el des­nudo no es total. Siem­pre hay una hojita que tapa o una sábana blanca que deja mar­gen para la ima­gi­na­ción del lec­tor. Los indios desem­pe­ñan un papel pri­mor­dial por­que hacen lucir al pis­to­lero y quizá por el sen­ti­miento de anti­im­pe­ria­lismo yan­qui, muchas veces los indios son los bue­nos: “la gente se iden­ti­fica con eso”. Si bien en la Unión Ame­ri­cana exis­tían varias tri­bus, los argu­men­tis­tas pre­fie­ren a los apa­ches y los sioux.

En otras his­to­rie­tas –dice Fabill– te dibu­jan igual a los apa­ches y los sioux, y no puede ser posi­ble. A pesar de que la his­to­rieta no es para un público cono­ce­dor, hay dos o tres per­so­nas que sí saben y te lla­man por telé­fono y te man­dan un recado a la edi­to­rial. El dibujo es el segundo ele­mento de impor­tan­cia: la recrea­ción de las esce­nas debe ceñirse a los cua­dros esta­ble­ci­dos en el guión. Alma More­los Oli­va­res estu­dió Artes Plás­ti­cas en el Ins­ti­tuto Nacio­nal de Bellas Artes (INBA), pero lo suyo eran los moni­tos. Es la única mujer en el equipo crea­tivo y con­si­dera que su tra­bajo es el ideal para las amas de casa por­que lo rea­liza en su hogar:

Si no hay muje­res en el nego­cio no es por nin­guna acti­tud machista –aun­que las his­to­rias sí lo sean–. Sim­ple­mente no les gusta. Alma con­si­dera que se debe amar el campo para hacer un Libro Vaquero. Se docu­menta viendo pelí­cu­las del género wes­tern, libros y todo lo rela­cio­nado con el Viejo Oeste:  En el dibujo se debe tra­ba­jar mucho el deta­lle, en un saloon se ilus­tra hasta las bote­llas. Noso­tros somos como acto­res, la dife­ren­cia es que nues­tra herra­mienta es el dibujo. Se emo­ciona y saca de su bolsa los car­to­nes del pró­ximo número. En la escena apa­rece el villano este­reo­ti­pado, con un ros­tro adusto, la barba cre­cida, ves­tido con gabar­dina negra; en cam­bio, el héroe debe estar muy pul­cro y guapo. Su estilo se dis­tin­gue por la expre­si­vi­dad ges­tual de sus personajes.

La por­tada es fun­da­men­tal. Jorge Aviña Ávila es quien se encarga de hacerla. En el mundo artís­tico es cono­cido como cari­ca­tu­rista polí­tico. Hace las por­ta­das de la revista Siem­pre! y su tra­bajo en El Libro Vaquero pasa inad­ver­tido. Para rea­li­zar la por­tada lee el argu­mento, busca una escena que refleje el con­cepto: lo indis­pen­sa­ble es la chica y el resto gira en torno a ella. “Es riquí­simo hacer las por­ta­das. Le puede fan­ta­sear uno lo que quiera”. Esa fan­ta­sía es la que ha per­mi­tido a Aviña dibu­jar esco­tes a las mucha­chas durante 15 años, aun­que en la época recreada no se usaban.

Cer­cado por los pornocómics

Por cada Libro Vaquero exhi­bido en los pues­tos de revis­tas, exis­ten 15 títu­los con por­no­gra­fía. La Comi­sión Cali­fi­ca­dora de Publi­ca­cio­nes Ilus­tra­das, de la Secre­ta­ría de Gober­na­ción (Segob) reco­noce que es difí­cil lle­var un censo. Hasta 2002 se con­ta­bi­li­za­ban más de mil títu­los, inclu­yendo revis­tas. La sena­dora priísta Yolanda Euge­nia Gon­zá­lez exhortó a la Segob a reti­rar de los expen­dios y luga­res públi­cos los artícu­los de con­te­ni­dos por­no­grá­fi­cos y vio­len­tos. En su expo­si­ción de moti­vos señala que más de 50% del papel pro­du­cido se des­tina a la impre­sión de his­to­rie­tas cómi­cas, nove­las rosas o mate­rial por­no­grá­fico. La vora­ci­dad de las edi­to­ria­les por obte­ner ganan­cias saturó el mer­cado y eso afectó las ven­tas de El Libro Vaquero. “El for­mato hecho por noso­tros, bonito, por­tá­til, nos lo roba­ron los títu­los por­no­grá­fi­cos”, acusa Ema­nuel Has, direc­tor de Joyas de la Lite­ra­tura y Hom­bres y Héroes, y agrega:

Lo que nos pegó es que la gente nos com­praba por­que no tenía tanta oferta, y edi­to­ria­les como Ejea, Mango y Trompo saca­ron sus revis­tas porno. A noso­tros, como edi­to­res cos­tum­bris­tas, nos ha tocado pelear con esas empre­sas que no tie­nen empa­cho en pre­sen­tar esce­nas sexua­les explí­ci­tas. Hugo Her­nán­dez, gerente de pro­duc­ción de Niesa, con­si­dera que la Comi­sión Cali­fi­ca­dora ha sido muy per­mi­siva: Sólo exi­gen a los edi­to­res que pon­gan en sus publi­ca­cio­nes “prohi­bida su venta a meno­res”, pero lo que debe­rían hacer es que los vocea­do­res no las dejen a la vista de todo público.

Para man­te­nerse en el mer­cado, las revis­tas porno tiran por lo menos 15 mil ejem­pla­res. Hugo es triun­fa­lista: “Ni la suma de esas revis­tas le llega a El Libro Vaquero”. Los direc­ti­vos de Niesa refie­ren que siendo líde­res en cir­cu­la­ción, dis­tri­bu­ción y ven­tas están suje­tos a la competencia:

En nin­gún momento se acer­can ni en cali­dad de impre­sión ni en cali­dad de ilus­tra­cio­nes ni en tira­jes, ya que esti­ma­mos que de nues­tra cir­cu­la­ción, ellos tie­nen un 50%. No tie­nen la acep­ta­ción que noso­tros sí tenemos”.

Tras el declive gene­ra­li­zado del mer­cado de corte román­tico y de aven­tu­ras, muchos edi­to­res opta­ron por el sexo y a par­tir de los años noventa se dio el boom de los por­no­có­mics. Tan sólo en 1993 se regis­tra­ron 33 títu­los ante la Direc­ción Gene­ral de Medios Impre­sos de la Segob. Actual­mente exis­ten 10 casas edi­to­ras de his­to­rie­tas: Niesa y Grupo Edi­to­rial Vid publi­can los títu­los román­ti­cos y de aven­tu­ras, mien­tras que Edi­to­rial Tou­kan, Mango, Safari Edi­to­rial, Grupo Edi­to­rial UFO, LEO, Estre­lla, Kingy y La Revan­cha se dispu­tan el mer­cado de los pornocómics.

Hace tiempo invi­ta­ron a Arturo Fabila a rea­li­zar guio­nes porno en una his­to­rieta y com­pró un ejem­plar para saber cómo hacerla. “Ni argu­mento tiene, sólo dos tres pala­bri­tas o excla­ma­cio­nes y una serie de dibu­jos o foto­gra­fías de sexo explí­cito. Com­prar una pues sí, pero com­prar una cada semana se me hace como ilógico”.

Medita, sube el tono e indig­nado acota: “Yo no puedo com­pa­rar nues­tra revista con las porno. No puedo com­prar una y lle­varla a mi casa. No creo que haya una per­sona que se la lleve. Ade­más, son para un público total­mente dife­rente al que ni siquiera le gusta leer”.

A su pare­cer, con la pro­li­fe­ra­ción de estos títu­los se con­fun­dió a El Libro Vaquero. “Eso influyó mucho para que ya no ten­ga­mos nue­vos lec­to­res”, ase­gura. La dis­mi­nu­ción en las ven­tas ha sido gene­ra­li­zada debido a “la mala situa­ción eco­nó­mica del país que afecta a todas las publi­ca­cio­nes popu­la­res pro­pias y no pro­pias, y la satu­ra­ción del mer­cado de todo tipo de revis­tas y temas”, con­si­de­ran los direc­ti­vos en un cues­tio­na­rio remi­tido vía correo elec­tró­nico. Ade­más, los edi­to­res reco­no­cen una afec­ta­ción por la inva­sión de copias mal hechas de sus his­to­rie­tas y, recien­te­mente, por los por­no­có­mics que se lle­van casi un 35% de sus compradores.

En las jar­di­ne­ras de la Ala­meda Cen­tral, una pareja hojea la revista Eró­tika. Ante la pre­sen­cia intru­siva del repor­tero, la guar­dan y se nie­gan a hablar.

Barata, pero rentable

Un hom­bre se acerca a un puesto de revis­tas. Antes de que le cobren saca un billete de 20 pesos de su pan­ta­lón. Toma un Libro Vaquero y no se detiene a fis­go­near los más de 20 títu­los de por­no­có­mics situa­dos en el exhi­bi­dor. Recibe su cam­bio y se esca­bu­lle entre los pues­tos semi­fi­jos. La seño­rita que atiende el puesto cerca del para­dero del metro Poli­téc­nico dice que a la semana vende 40 ejem­pla­res y casi no hay devo­lu­ción. Por lo regu­lar, quien más la com­pra son los seño­res. Resulta curiosa la forma de aco­mo­dar la mer­can­cía: en el lado dere­cho se encuen­tran los perió­di­cos y las revis­tas caras –de más de 20 pesos–, y en el izquierdo se api­lan las popu­la­res, como las his­to­rie­tas. ¿El Libro Vaquero es lite­ra­tura barata? “Sí, es barata: cuesta seis pesos”, res­ponde presto Fabila. Y es que se le ha este­ro­ti­pado como sinó­nimo de incul­tura y naqués: un pro­ducto que enajena a las masas. El ima­gi­na­rio sobre quién la lee ha sido cari­ca­tu­ri­zado por el per­so­naje de Adrián Uribe, “el micro­bu­sero Vítor”, con el hablar can­ta­dito del chi­lango, que guarda siem­pre un ejem­plar de El Libro Vaquero en la bolsa tra­sera de su pan­ta­lón. Y no se diga de Adal Ramo­nes, en sus memo­ra­bles monó­lo­gos sobre los nacos, inevi­ta­ble­mente evoca al librito.

El direc­tor de El Libro Vaquero, Fer­nando Varela, cele­bra esas refe­ren­cias: Son publi­ci­dad que ni paga­mos. Me da gusto saber que nues­tro tra­bajo tiene impacto. Por su parte, el dibu­jante Fran­cisco Ortega refiere: La idea de nues­tra publi­ca­ción, en su fun­ción de lite­ra­tura barata y poca tras­cen­den­cia, tiene que ver con un con­texto cul­tu­ral y social. Una revista eró­tica no llega ni a esa cate­go­ría, para El Libro Vaquero es meri­to­rio a pesar de lo deni­grante que pueda ser. En resu­men, dice, “somos lo mejor de lo peor”. De acuerdo con el per­fil de lec­to­res cau­ti­vos, 66% son alba­ñi­les, arte­sa­nos, obre­ros, cho­fe­res, plo­me­ros, amas de casa; 72% son hom­bres y 28% muje­res, y de ellos, 40% tiene un ingreso de dos a cua­tro sala­rios míni­mos. Su prin­ci­pal venta está fuera del Dis­trito Fede­ral, con 60% de la dis­tri­bu­ción. Admi­rado o des­pre­ciado, El Libro Vaquero se ha con­ver­tido en un clá­sico de la cul­tura popu­lar: 400 mil ejem­pla­res cir­cu­lan sema­nal­mente por toda la Repú­blica, lo que se tra­duce en 20.8 millo­nes de ejem­pla­res anua­les. Con 205 dis­tri­bui­do­res, Niesa cubre 95% del terri­to­rio nacio­nal. Una red de 11 trans­por­tis­tas reco­rre 18 rutas y tres ser­vi­cios de paque­te­ría –Fle­cha Ama­ri­lla, Estre­lla Blanca y Mul­ti­pack– se encar­gan de la dis­tri­bu­ción, de acuerdo con un informe de la misma edi­to­rial. En el canal extran­jero del norte, que abarca las prin­ci­pa­les ciu­da­des fron­te­ri­zas de Esta­dos Uni­dos, se repar­ten 313 mil ejem­pla­res de El Libro Vaquero y El Libro Sema­nal. Cuen­tan con seis dis­tri­bui­do­res: SPAMA, Rev Mex Corp, De Pablo Publi­ca­tions, Mag­na­mex Edi­to­res, Inter­na­tio­nal Inc y Mexi­can Gene­ral Mer­chan­dise. En Lati­noa­mé­rica, las his­to­rie­tas se expor­tan a Uru­guay, Argen­tina, Perú, Chile, Boli­via y Gua­te­mala. Niesa busca expan­dirse hacia España, Bra­sil y China; para ello han reci­bido ase­so­rías de Ban­co­mext sobre con­tac­tos loca­les y aná­li­sis de mercado.

Sor­prende que incluso en Cuba se venda El Libro Vaquero, pues no existe un canal for­mal de dis­tri­bu­ción. Hugo Her­nán­dez señala que han ubi­cado a un dis­tri­bui­dor que desde Quin­tana Roo envía con­te­ne­do­res con his­to­rie­tas atra­sa­das. En México, los ejem­pla­res atra­sa­dos se ven­den en expen­dios espe­cia­li­za­dos. El costo uni­ta­rio oscila entre dos y tres pesos, y se estima que cada revista es leída u hojeada por cinco per­so­nas. Esta pene­tra­ción llevó a la Secre­ta­ría de Rela­cio­nes Exte­rio­res (SRE), en 2004, a dis­tri­buir en El Libro Vaquero y El Libro Sema­nal 1.5 millo­nes de ejem­pla­res de la Guía del migrante mexi­cano, donde se adver­tía de los peli­gros de cru­zar la fron­tera. Hasta se daban tips de cómo afron­tar un arresto y qué ropa usar para cru­zar el río. El pro­yecto para su diseño y maquila fue asig­nado a Niesa y el con­te­nido lo hizo la Can­ci­lle­ría. Los esta­dou­ni­den­ses vie­ron en la guía una clara inci­ta­ción a la migra­ción, pre­sio­na­ron para can­ce­lar el pro­yecto pero no lo con­si­guie­ron. Incluso el Con­greso res­paldó una reim­pre­sión. No es gra­tuito que la SRE haya deci­dido rea­li­zar su guía en his­to­rieta, pues es bien sabido el poten­cial didác­tico de este medio. “El pue­blo mexi­cano se inició en la lec­tura pre­ci­sa­mente con las his­to­rie­tas”, sos­tie­nen los estu­dio­sos Juan Manuel Aurre­co­echea y Armando Bar­tra en su obra Puros cuen­tos. La his­to­ria de la his­to­rieta en México. En cierto modo, estas publi­ca­cio­nes man­tie­nen acti­vos a los anal­fa­be­tos fun­cio­na­les, per­so­nas que saben leer y escri­bir pero que raras veces ejer­ci­tan sus capacidades.

Guía del migrante elaborada en 2004 por la SRE

A dife­ren­cia de lo que ocu­rre en la mayo­ría de las revis­tas ilus­tra­das, Niesa sí vive de las ven­tas. Entre 90 y 95% de las uti­li­da­des pro­vie­nen de tal rubro. Los edi­to­res evi­ta­ron dar cifras y por­cen­ta­jes de devo­lu­ción. La his­to­rieta capta entre 15 y 20% del mer­cado de revis­tas ilus­tra­das y esti­man alcan­zar un 40% con la suma de todas las publi­ca­cio­nes del grupo. El estu­dio más reciente de “Acti­vi­dad Edi­to­rial de Publi­ca­cio­nes Perió­di­cas 2002–2004”, de la Cámara Nacio­nal de la Indus­tria Edi­to­rial Mexi­cana (Caniem), refiere que el mer­cado de las his­to­rie­tas ape­nas alcanzó 2% de la fac­tu­ra­ción total del sec­tor. Niesa es con­si­de­rada una de las edi­to­ria­les más gran­des de Lati­noa­mé­rica. Ade­más de edi­tora tam­bién es maqui­la­dora de publi­ca­cio­nes exter­nas. Su con­sejo de admi­nis­tra­ción es pre­si­dido por Rómulo O´Farril Jr, mien­tras que José Anto­nio O’Farril Ávila es el pre­si­dente eje­cu­tivo y José Anto­nio O’Farril Wel­ter, el direc­tor ejecutivo.

A pesar de las difi­cul­ta­des han logrado man­te­ner en el mer­cado 12 títu­los, de los cua­les la mitad son his­to­rie­tas. De acuerdo con los tira­jes repor­ta­dos éstas alcan­zan en total 1.9 millo­nes de ejem­pla­res semanales.

El mer­cado pide cambios

En sus tiem­pos de estu­diante de bachi­lle­res en Apat­zin­gán, Michoa­cán, Iván Car­los Ríos tenía que com­prar las his­to­rie­tas Joyas de la Lite­ra­tura, adap­ta­cio­nes de las obras uni­ver­sa­les. Se ven­dían al dos por uno en bol­si­tas de plás­tico trans­pa­rente, acom­pa­ña­das de El libro Vaquero. El pro­fe­sor les decía: “A mí la que me interesa que lean es la de Joyas, la otra la pue­den tirar”. Pero, “la ver­dad, como ya tenía la del Vaquero, tam­bién la leía”, reco­noce. Y es que el sec­tor juve­nil en gene­ral ha dejado de leer his­to­rieta mexi­cana; pre­fie­ren el cómic esta­du­ni­dense o el manga japo­nés. La dife­ren­cia radica en la narra­tiva y el estilo del dibujo. Son para lec­to­res con mayo­res recur­sos y en pro­ceso for­ma­tivo, es decir, cha­vos que estu­dian la secun­da­ria o la pre­pa­ra­to­ria y aspi­ran a ter­mi­nar una carrera. Por ello, el futuro del mer­cado radica en hacer cómics con la narra­tiva manga. Prueba de ello es el grupo Rebelde, con su pro­pio cómic con ese for­mato. Hubo inten­tos de rea­li­zar El Libro Vaquero en inglés para el mer­cado de Esta­dos Uni­dos. Que­rían que su for­mato fuera más grande y más caro. “Todo es más grande allá, ya ves las ham­bur­gue­sas”, comenta. Sin embargo, el pro­yecto no logró con­cre­tarse debido a que exis­tía un título regis­trado con el mismo nom­bre, que si bien no era his­to­rieta, poseía la titu­la­ri­dad del registro.

Aviña pro­pone que se haga un vaquero del tamaño de una revista con papel couché para cap­tar al sec­tor juve­nil y darle un pro­ducto de mayor cali­dad. Fabila piensa dife­rente: “Por qué cam­biar, si la fór­mula ha dado resul­tado”. La última pala­bra la tie­nen los due­ños, y parece que la apuesta es por los lec­to­res cau­ti­vos hasta que dejen de comprarla.

Rum­bos gemelos

Es hora de comer en Lago de Gua­da­lupe. Sacan sus top­pers con comida traída de casa. Los dibu­jan­tes están preo­cu­pa­dos por­que ha dis­mi­nuido el tra­bajo. En lo que va del año, Alma More­los sólo ha entre­gado dos his­to­rie­tas, cuando antes hacía ocho. Fran­cisco Ortega sólo tres y antes ela­bo­raba 12. Ocu­rre lo mismo a los argu­men­tis­tas. El direc­tor les comenta que no puede ofre­cer­les más tra­bajo por­que existe mucho mate­rial en alma­cén. El Libro Vaquero ha tenido pro­ble­mas con su perio­di­ci­dad sema­nal; a veces sale cada quin­cena y otras a prin­ci­pios de mes. En Nove­da­des era una tra­ge­dia cuando El Libro Vaquero dejaba de publi­carse. En Niesa, no. Per­so­nal de la admi­nis­tra­ción dice que no hay nin­guna cri­sis y que sus pro­ble­mas de apa­ri­ción obe­de­cen a com­pro­mi­sos de la impre­sora por maqui­lar publi­ca­cio­nes exter­nas, pero la situa­ción ya se está nor­ma­li­zando, argumentan.

Mien­tras tanto, Rafael Már­quez sigue soñando con hacer guio­nes. Nunca ha reci­bido un home­naje por­que la his­to­rieta que ideó se con­si­dera lite­ra­tura barata. No goza del pres­ti­gio de Gabriel Var­gas, crea­dor de La Fami­lia Burrón, ni de Yolanda Var­gas Dul­ché, de Memín Pin­guín, por­que la temá­tica de El Libro Vaquero incluye ero­tismo y vio­len­cia. Las fuer­zas de este vaquero se han esfu­mado al igual que ese libro del cual todos hablan y al menos medio millón sigue leyendo.

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